jueves, 10 de noviembre de 2016

Elecciones en USA: Triunfo de Trump: ¿Cómo entender lo que pasó?

Resultado de imagen para trumpJuan Eduardo Romero
ALAI AMLATINA, 09/11/2016.- Resultó una sorpresa lo ocurrido. Todos los medios y encuestas daban a Hillary Clinton por ganadora (con estrecho margen) sobre el radicalismo xenofóbico y racista de Donald Trump. Sin embargo, los resultados no fueron los esperados. ¿Cómo entenderlo?
     Habría que comenzar por establecer que esta elección, como otras en EEUU y el mundo, están signadas por el impacto de la massmedia sobre las campañas electorales. Es lo que diversos analistas y teóricos han denominado la tecnopolítica o videopolítica. Eso es que los medios y sus acciones convergentes, levanten o destruyen una imagen o representación de un candidato. Eso se hace, a través de la creación de marcos interpretativos sobre los que se consideran “grandes temas o problemas” de las audiencias públicas. Ese proceso se traduce en una superposición de temas, que buscan afectar o “tocar” el denominado cerebro reptileano, que afecta las emociones.
    En segundo lugar, la elección en EEUU representó un contraste entre la denominada opinión pública agregada (OPA) y la opinión pública discursiva (OPD). La primera, la OPA, es el resultado de la suma de las opiniones a través del sondeo o encuesta. La segunda, la OPD, es un proceso dónde el público es un colectivo de voluntades que deliberan entre sí. Ambas están basadas en opiniones o juicios expresados oralmente, en favor o en contra de una opción. Se estructuran sobre predisposiciones emotivas. Son esenciales para la construcción y consolidación del poder simbólico, entendido como la capacidad de intervenir en el transcurso de los acontecimientos, para influir en las acciones de otros, a través de los medios de producción y transmisión simbólica. Las encuestas “mostraban” una realidad momentánea, en la cual “aparecía” ganadora Clinton, sin embargo Trump recurrió a la manipulación –a través de la OPD- de elementos culturales que “representaban” los valores simbólicos de la sociedad puritana de EEUU.
     En tercer lugar, cabe preguntarse ¿cómo se entiende este proceso de imposición de la OPD sobre la OPA? Creo que la respuesta debe ser buscada en las raíces históricas del pensamiento político puritano en los EEUU. ¿Pero que es el puritanismo? Es una doctrina que expresa las contradicciones en la transición histórica del viejo mundo con privilegios y exclusiones a uno nuevo, marcado por la “idea de progreso”. El progreso es una consecuencia de los elementos de la naturaleza, que hacían a unos “capaces” y a otros “incapaces”. El hombre se presenta así mismo cómo el resultado o el instrumento de un ente: “Dios”. Ese “dios”, seleccionó a un “conjunto de hombres sobre otros”. Se establece un “determinismo” donde el hombre seleccionado (por Dios), obra su destino, su hacer, su praxis en el sentido marxista del término. Se establece así un “orden” teológico-político, que hace (y justifica) el accionar contra todo hombre (o pueblo) que se oponga a esta obra (destino manifiesto) de Dios. Todo aquel que se oponga, llega a representar simbólicamente el mal. Vencer al mal en cualquier manifestación, es una “misión sagrada” que recompensará a los “hombres justos”.
    Los descendientes de europeos, que poblaron y ocuparon el actual EEUU, se sentían “destinados por Dios” y aquellos pueblos que habitaban estas tierras, no eran sus iguales. Eran “bárbaros” como los habría calificado Aristóteles y cómo tal, carecían de todo. Los puritanos, derivados de las ideas del calvinismo, sostenían una nueva iglesia, que reinterpreta la relación entre Dios y el hombre. Los puritanos sostienen que son “intérpretes de dios” y “realizadores de sus designios”. Para los puritanos, la “salvación” es un esfuerzo individual. Es la base del individualismo egoísta, impulso de las ideas esenciales del liberalismo-capitalista. Dominar la naturaleza, es la mejor forma de rendir tributo a Dios. Por ello cualquier forma de dominación, es vista como un designio de Dios, para cumplir su obra. Y esa obra, debió ser cumplida por el hombre blanco, sobre las “bestias” que habitaban estos territorios de Nuestra América.
     El puritanismo es radicalidad individual. Y esa radicalidad es la base del accionar de los llamados “padres fundadores” de los EEUU. Es lo que los llevó a enfrentarse con sus orígenes en la Guerra de Independencia a Inglaterra. Es lo que algunos teóricos como Marcello Gullo denomina la “insubordinación fundante”. Esa idea de radicalidad individual, es la idea utilizada en la campaña de Trump. ¿Cómo se oponía esa idea a las de Clinton? La respuesta debe entenderse por el hecho que el binomio Clinton-Obama representan un visión que podemos denominar “unilateralismo globalizador”, que sostiene una versión más actual del puritanismo, en cuánto los EEUU están “destinados” a ejercer el control militar y económico del mundo, después de la crisis paradigmática del denominado socialismo real. Ello se concretaba a través de la expansión de las formas del capital financiero por todo el mundo, asentando el dominio de EEUU sobre el resto de la humanidad.
     Ese esfuerzo, debía recompensarse con la supremacía hegemónica perenne de los EEUU, tanto sobre sus aliados (Inglaterra, Francia, Japón, Alemania, Italia, España, Holanda) como ante sus adversarios/enemigos (China y Rusia). Sin embargo, el unilateralismo globalizador, generó la transmigración del capital norteamericano hacia otras latitudes y con ello, las “capacidades” de liderazgos se vieron afectadas, por el impacto de la translocalización de industrias en países como la propia China, Rusia, Indonesia, Singapur, Brasil o México, donde la mano de obra más barata y la flexibilización laboral, generaban más ganancias. Contrastando con esa visión globalizadora, Trump recurrió a las bases conservadoras de la noción de trabajo y esfuerzo individual, como base de la prosperidad.
     Trump contrastó el fracaso que condujo el unilateralismo ante el empuje económico (y militar) de Rusia y China. Mostró que el binomio Clinton- Obama, con su propuesta de atención a las minorías representativas (afrodescendientes y latinos) afectaba al pueblo elegido por Dios: los blancos anglosajones. Clase media, clase obrera y dirigió un discurso (OPD) hacia ese sector, elevando los “miedos” hacia la apertura y el igualitarismo, que impulsaban los demócratas.
    Pero a nuestro parecer, Trump no actuó solo. La estructura real de poder en los EEUU, no está representado por el Congreso, los partidos o el propio presidente. Está constituido por las grandes corporaciones mediáticas, el trust productor y todo el complejo militar. Esa estructura real de poder, que ve con preocupación cómo las políticas de Clinton-Obama han generado la posibilidad de una alianza entre Rusia y China, que amenaza no sólo económicamente, sino militarmente la “supremacía” de EEUU. Amenaza su “destino manifiesto”. Que en términos filosóficos es firmemente formulada con la Doctrina Monroe en 1823 y complementada con los denominados Corolarios (Roosevelt, Platt, entre otros).
     Ese “poder real”, actuó activando el cerebro reptileano de los votantes, impulsando el miedo al “otro” y aceptando que el discurso de Trump, representaba más sus intereses que el binomio Clinton-Obama. En términos de Guerra No Convencional, Trump puso en duda todas las lógicas de ejercicio de poder de los demócratas e incluso de los republicanos. Trump recurrió a representar los valores tradicionales del puritanismo, que llevó a los “padres fundadores” a cumplir el “destino manifiesto” de Dios.
     Creo sin duda, que en esta particularidad está la clave de este triunfo. Ahora bien, su victoria ha creado un cisma en el funcionamiento de las estructuras de poder. Ha creado una ruptura en el aparato institucional y hegemónico norteamericano, impulsando un quiebre que puede ser fatal para su futuro inmediato. Pero por otro lado, Trump sirve para los esfuerzos de esa visión puritana de rescatar su preeminencia, concentrándose en lo interno para defenderse de las “agresiones” externas de China y Rusia, recuperar su protagonismo en su “patio trasero” (Nuestra América) y volver a colocar a los EEUU en el sitial de honor que les corresponde por la “acción y voluntad de Dios”.
     Trump representa lo más significativo de la psiquis política del norteamericano blanco, anglosajón y puritano, por ello logró imponerse sobre la millonaria campaña de Clinton. En términos de comunicación política, el discurso provocador de Trump se transformó en un discurso que es “dicho”, eso es que por aceptación o rechazo fue reproducido, divulgado y extendido en toda la esfera pública norteamericana, rindiendo sus frutos en términos electorales, pero creando un gran debate sobre el funcionamiento del status quo en lo interno y externo de EEUU.
     Sostenemos que realmente no había diferencia sustancial entre la praxis de Clinton y Trump. Ambos representan un sentido histórico de dominación, que se asume como elegido por Dios, sólo que Trump supo sacar más provecho a esa raíz histórica, imponiéndose sobre su rival. Sin duda, la perspectiva del miedo ante este triunfo, tanto en la sociedad norteamericana como en el resto del mundo está presente. Se avizora notoria conflictividad, pues está planteado un profundo choque cultural de esa idea de “Destino Manifiesto” y las características subversivas, de oposición organizada que están presente en las tensiones del sistema-mundo.
9/11/2016

- Dr. Juan Eduardo Romero, politólogo/historiador, es Director Centro de Investigaciones y Estudios Políticos Estratégicos (CIEPES)

sábado, 29 de octubre de 2016

Los migrantes al frente de una inédita batalla político-cultural: abrir nuevos caminos al mundo

François Soulard, Germà Pelayo

ALAI AMLATINA, 26/08/2016.-

“Al río que todo lo arranca lo llaman violento,
pero nadie lama violento al lecho que lo oprime”
. - Bertold Brecht

“No es la tierra esta vez la que se mueve, somos nosotros, migrantes. Los y las migrantes, todas las personas que vivimos las diversas formas de movilidad humana, somos parte consustancial de las nuevas realidades mundiales y también una expresión emblemática de sus contradicciones y desafíos”.
Carta latinoamericana de migrantes

Resultado de imagen para migrantesLas migraciones humanas no dejan de ser el fenómeno transnacional más compulsivo e indicador de la vejez de los antiguos mundos que no terminan de morir o que tratan de renacer bajo formas más regresivas. Frente a la globalización capitalista “de la destrucción” como lo recalcó el reciente Foro social mundial de migraciones desarrollado en Brasil (julio 2016), los y las migrantes se constituyen como partículas éticas, interculturales, eróticas, comunicacionales, civilizatorias, portadoras de alternativas y de otros mundos que chocan con las fronteras excluyentes de un mundo peligrosamente enredado en el pasado. Una de estas fronteras tiene que ver con la resistencia para resignificar la movilidad humana como un nuevo horizonte social y político. Esta resistencia, cuya agudización llega a una verdadera negación del terremoto humano migratorio, no es exclusiva al campo de las migraciones. Forma parte de lo que podríamos llamar una gran batalla ética, política y cultural para abrazar, interpretar y disputar las inéditas transformaciones traídas por la mundialización del planeta.

Siempre es útil volver a dimensionar la amplitud del “rumbo migratorio” tomado por el orden global, hoy marcado por una movilidad humana compulsiva comparable a la que ocurrió durante la segunda Guerra mundial. Se estima actualmente un total aproximativo de mil millones de migrantes, entre ellos 250 millones de migrantes transnacionales (concentrados principalmente en 10 países de destino) y 750 millones de migrantes internos, representando un total 30% de la fuerza laboral planetaria.

Dentro de este conjunto, existen 52 millones de refugiados y 50 millones de desplazados climáticos que deberían alcanzar los 250 millones en las próximas décadas debido a la tendencia anunciada del cambio climático. Los países industriales alojan actualmente solo un 14% de los refugiados, mientras los países emergentes o en desarrollo incluyen el 86% (la población de ciertos países como el Líbano siendo compuesta por un cuarto de refugiados/as). En los principales países occidentales centrales de destino, los migrantes llegan a generar una riqueza económica alcanzando hasta un tercio del PBI nacional como en el caso de los Estados Unidos.  Las migraciones, que podemos calificar mayoritariamente como femenizadas, forzadas, invisibilizadas, precarizadas y subreguladas, generan un impacto político-cultural creciente todavía poco analizado en los países o regiones destinatarias.

Antes de reforzar el trazado de las fronteras, hoy los muros anti-migratorios parecen haberse endurecido en el interior de las subjetividades, de los imaginarios y los espacios de decisión política. En el terreno subjetivo, la gran desaceleración económica iniciada a partir del 2008, sumada a los efectos subterráneos de una nueva geopolítica comunicacional y emocional, han hecho volver a las pasiones en el campo político, para lo mejor y naturalmente para lo peor. El miedo y sus derivados irracionales han contaminado peligrosamente la brújula política, con una instrumentalización ampliamente cosechada por los sectores políticos de ultra-derecha como lo vemos en Europa, en EEUU y otros países emergentes[i]. A nivel del imaginario, la migración contemporánea sigue polarizada por esquemas de interpretación elaborados en época donde ordenaban los conceptos de potencia militar, de centralidad occidental, de uniformidad cultural y de enclave nacional heredados del equilibrio westfaliano. ¿Qué nos enseña en la realidad? En cincuenta años, solo aumentó de 2% a 3% la proporción de migrantes transnacionales en proporción a la población mundial, al contrario de las prospectivas de hace varias décadas que predecían una migración masiva procedente de la ex-URSS, de los países del Este europeo o de África. En el corazón de Europa, hasta el Bundesbank de Alemania ha evidenciado la necesidad de integrar anualmente 200 000 migrantes para mantener su dinamismo económico[ii]. La actual migración de miles de ciudadanos españoles a Marruecos para encontrar una salida laboral es también una señal de época. Estos datos, si bien son de carácter económico, se puede extender a casi todos los países industriales y da una idea del “imaginario paralelo” en el cual se aísla (o manipula) la comprensión de la cuestión migratoria.

Asimismo, en una gran parte de la clase política de los países centrales y más moderadamente en ciertos países emergentes, el relato parece haberse entregado a una suerte de triple retórica instrumental, securitaria y negacionista. Por un lado, la situación de crisis migratoria está dramáticamente convertida en un elemento de marketing político-electoral en vez de ser elevada como una cuestión política transnacional de largo plazo. Las migraciones están apuntadas tanto como una causa negativa de una Unión Europea “coladora”, tanto a una amenaza a la seguridad laboral, física, identitaria, eventualmente asociada a la amenaza terrorista. Por otro lado, predominan enfoques defensivos y tecnicistas en las políticas estatales, es decir basadas en un monopolio del Estado sobre la prerrogativa migratoria, donde se recurre a un arsenal de dispositivos de vigilancia, externalización y control fronterizo que se han venido desplegado nítidamente a partir del giro geopolítico iniciado en el año 2001.  A fin de cuentas, el ámbito político está dando la espalda a la vez a los argumentos científicos, históricos y éticos sobre las migraciones, e in fine al rol mismo de la política para elaborar una respuesta a la altura de un fenómeno tan permanente, inevitable y transnacional como la movilidad humana. Obviamente, no hay respuestas binarias frente a un fenómeno complejo como la actual movilidad humana. Pero en lo general es evidente que en vez de ir hacia una construcción política ampliada de este tema, las autoridades públicas se han dejado arrinconar en una estrechez imaginaria-discursiva, que termina abundando aún más a la desesperación humana y los huecos existentes en la regulación de las migraciones.

Frente a este escenario, los/as migrantes nos invitan a desandar los muros perceptivos y reflexivos para entender profundamente el nuevo lenguaje que están escribiendo sobre el poder mundial. La movilidad humana es en definitiva el otro nombre de una fuerza social diseminada que está empujando un mundo transnacional, intercomunicado, desterritorializado, sociointegrado, impactando de pleno en la arquitectura del tablero global. Mientras los promotores de la globalización excluyente tienden a replegarse detrás de los nacionalismos, de la hiperconcentración de riqueza y de la cobardía ética, las rutas migratorias tejen a contramano una comunidad transnacional, pluricultural, multipolar, solidaria y horizontal, no exenta de contradicciones por supuesto, pero en búsqueda y en permanente ensayo existencial.  “Migrar para vivir y sobrevivir” como lo dicen las emotivas banderas migrantes. Migrar finalmente para no marchar detrás de la “necropolítica” de la globalización neoliberal, sino para abrazar una posibilidad de mundialización humanizadora y prefigurar una suerte de proto-política global de solidaridad, igualdad y de convivencia planetaria[iii]. En el fondo, subyace una formidable provocación para descolonizar nuestras visiones de nosotros mismos y de nuestra inserción en el mundo.

En este sentido, las organizaciones migrantes parecen visualizar más claramente la necesidad de intensificar la disputa imaginaria-cultural para pujar hacia un horizonte digno de movilidad. Varios encuentros desarrollados estos últimos años denuncian cada vez más la agudización del paradigma economicista y securitario, sostenido por los vendedores de odios, de mitos y mentiras, amplificado por los medios hegemónicos, que asfixia la capacidad política para instalar nuevos escenarios. La situación europea o el rumbo poco audaz tomado por la cumbre de alto nivel de Naciones Unidas prevista en septiembre 2016[iv] ilustran esta grieta. Se exige una nueva arquitectura multilateral con mecanismos vinculantes. Pero ¿qué esperar del régimen de balkanización actual de las relaciones internacionales? Como lo resaltaron los debates del Foro de migraciones de São Paulo, esta batalla política incluye la lucha informativa pero tiene que ver sobre todo con una amplia batalla comunicacional. Es una lucha para cuestionar la negación migratoria y resignificarla desde un lugar positivo, realista y deseable, creando escenarios de alianzas y de confrontaciones con otros actores de la sociedad, de forma inseparable con las luchas por los derechos humanos. Uno de estos escenarios tiene que ver con las experiencias locales que demuestran itinerarios de integración factibles y exitosos, inseparable de un horizonte epocal de confrontación post-neoliberal. Otro escenario tiene que ver con el espacio público, las resistencias populares y el movimiento micromediático creciente en varias regiones que puede ayudar en visibilizar los movimientos migratorios. Parece que estos escenarios son pasos previos para desplazar a las tendencias mortíferas, acumular fuerzas para cambiar los marcos de regulación y construir caminos instituyentes hacia nuevas mundialidades.


- François Soulard y Germà Pelayo, Carta mundial de migrantes/Foro Democrático Mundial
 


[i] Fear is not a good counsellor, Roberto Savio, Other News  http://www.other-news.info/2016/05/fear-is-not-a-good-counsellor/ 
[iii] O de « gobernanza social mundial » como lo sugiere Bertrand Badie (rencontre internationale Pour une gouvernance alternative des migrations, mai 2015).

Poder corporativo, libre comercio y fraude fiscal: una sola ecuación

  Latindadd

Resultado de imagen para OMCALAI AMLATINA.- Desde mediados de la década del noventa el movimiento social a nivel global comenzó a colocar como prioridad en sus agendas de lucha el tema comercial, dándole especial énfasis a una crítica completa al paradigma del libre comercio, que se colocó como premisa teórica de la puesta en marcha de la globalización neoliberal.
 
El primer escenario de la batalla contra el paradigma del libre comercio fue la Organización Mundial del Comercio (OMC), en donde se avanzó creando un entramado jurídico global de carácter obligante que profundizó la lógica de la desregulación comercial: agresivas desgravaciones arancelarias; eliminación de marcos regulatorios al capital financiero; y fortalecimiento de la protección unilateral a las inversiones externas.
 
Los efectos no se hicieron esperar en los denominados países del tercer mundo, que empezaron a sufrir las consecuencias de esta lógica del libre comercio.  Y por tanto, se empezó una “rebelión” al interior de la OMC, liderada principalmente por quienes luego formarían el bloque de los BRICS a fin de detener, en alguna medida, esta ofensiva libre cambista, llevando a lo que muchos llaman al “fracaso de la Ronda de Doha” o lo que es lo mismo, que los promotores del libre comercio no pudiesen terminar su labor al estancarse en los llamados “cuatro temas de Singapur”: 1) libre competencia, 2) facilitación del comercio, 3) protección de inversiones y 4) compras del sector público. La condición fue que se resolviera en el seno de la OMC el tema de los subsidios al sector agrícola en el norte (léase Estados Unidos y Europa, principalmente), para luego abordarse los temas de Singapur.
 
Ante el fracaso de la Ronda de Doha, la estrategia neoliberal acentuó la promoción de los Tratados de Libre Comercio (TLCs).  En el caso de América Latina, los Estados Unidos de Norteamérica lanzaron la ofensiva del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que fracasó por la alianza entre los recién llegados gobiernos progresistas y el movimiento social. Ante ello, Estados Unidos continuó con el impulso bilateral de TLCs.
 
En efecto, la mitad de América Latina y el Caribe (México, Centroamérica, Caricom, Perú, Colombia, Chile) está constituida por economías que se rigen por el paradigma del libre comercio, con TLCs entre ellas y con tratados con países de fuera de la región. Sólo se mantienen fuera de la lógica de los TLCs el Mercosur (Argentina, Paraguay, Uruguay, Brasil, Venezuela) además de Ecuador y Bolivia.
 
Aparejado a la existencia de los TLCs, se fue profundizando esta institucionalidad neoliberal con el impulso que se dio a los Tratados Bilaterales de Protección de Inversiones (también conocidos como TBIs). De forma que se liberalizó el comercio vía TLCs y se le dio una protección privilegiada a la inversión extranjera vía TBIs.
 
La dimensión fiscal
 
Resultado de imagen para OMCUna dimensión que no se había considerado en el ataque al libre comercio fue la fiscal, es decir los impactos provocados por dichos acuerdos en la recaudación tributaria. Gracias al movimiento global por la justicia fiscal se empieza a hacer una correlación de factores que obligan a hacer los vínculos de la desregulación comercial y de inversiones, con la opacidad, la evasión, la elusión y el fraude fiscal.
 
Estos vínculos, empiezan a relacionar cómo la desgravación arancelaria impacta las cuentas nacionales en términos de los impuestos que dejan de cobrarse a las importaciones. Asimismo, cómo los procesos de desregulación financiera y el libre tránsito de capitales impactan en las cuentas de capital de los Estados. De igual forma, cómo los principios de Trato Nacional (TN) y Trato de Nación s Favorecida (TNF) abren portillos para la elusión de las transnacionales y también cómo las políticas de atracción de inversiones basadas en exoneraciones o privilegios fiscales van provocando inmensos costos en términos de gasto tributario para los países.
 
Asimismo, se ha observado que luego de la suscripción de un TLC, normalmente sigue la suscripción de un acuerdo de doble tributación, ventajoso para los países de donde proviene la inversión transnacional en el pago del impuesto a la renta. Es que el principio que rige la tributación en estos acuerdos es el de “residencia” y no el de “fuente”. De esta manera, una empresa extranjera no tributa ni en el país donde extrae la renta, ni en el de donde proviene, sino donde estratégicamente ha puesto su sede: Gran Caimán, Delaware, Islas Vírgenes y otras jurisdicciones opacas.
 
Finalmente, toda esta maraña de acuerdos de inversiones, libre comercio y doble tributación facilita la planificación tributaria, desarrollada por grandes estudios jurídicos que saben muy bien cómo y dónde constituir sociedades comerciales para no pagar impuestos.  El escándalo de los Panamá Papers es una clara muestra de ello.
 
Crisis del posneoliberalismo
 
Resultado de imagen para CRISIS DEL POSNEOLIBERALISMO
Hoy América Latina vive un momento de contraofensiva neoconservadora, básicamente en Suramérica que es la parte de la región que trató de desmontar la arquitectura neoliberal heredada de las décadas de los ochenta y los noventa. La irrupción de la derecha en Argentina, el golpe de estado en Paraguay, el golpe de estado en curso en Brasil y la victoria de la derecha en el parlamento venezolano, han posicionado de nuevo al paradigma del libre comercio en esta subregión latinoamericana.
 
La Alianza del Pacífico empieza a ganar adeptos en la región, los gobiernos del Mercosur inician la presión para que finalmente este proceso modifique su carta constitutiva que inhibe la firma de Tratados de Libre Comercio, esos mismos gobiernos se animan a reanudar la negociación para la firma de un TLC entre la Unión Europea y Mercosur, que se uniría a los que ya tiene la Unión Europea en vigencia con Centroamérica, México, Chile y Perú/Colombia.
 
Diversos países de América Latina están participando a fondo en las negociaciones del TISA, que abre sectores fundamentales (educación, salud, agua, servicios municipales, correos, transporte, etc.) a la participación privada de transnacionales.  México, Perú y Chile participan activamente en el ya suscrito Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (conocido por sus siglas en inglés como TPP).
 
El poder corporativo transnacional tiende a fortalecerse por medio del impulso de diversos tratados o de inversiones, que se orientan a profundizar la desregulación de los grandes capitales, y que constituyen verdaderos candados jurídicos a políticas reformistas orientadas al bien común.
 
Visibilizar esta situación, abrir el debate para comprender en toda su dimensión las características del fenómeno y generar nuevas articulaciones de denuncia, resistencia y propuestas de cambio, son tareas urgentes para el movimiento social de América Latina.
 
 
- La Red Latinoamericana sobre Deuda, Desarrollo y Derechos (LATINDADD) trabaja desde hace más de quince años en toda la región, incidiendo sobre los decisores políticos en temas de fiscalidad, nueva arquitectura financiera, deuda y nuevas economías.