En el marco de la finalización del EMMP, queremos hacer llegar a la
opinión pública un breve resumen de lo que sucedió durante estos tres
históricos días.
1. Convocado por el PCJP, la PAS y diversos movimientos populares del
mundo bajo la inspiración del Papa Francisco una delegación de más de
100 dirigentes sociales de todos los continentes nos reunimos en Roma
para debatir en base a tres ejes –tierra, trabajo, vivienda- los grandes
problemas y desafíos que enfrenta la familia humana (especialmente
exclusión, desigualdad, violencia y crisis ambiental) desde la
perspectiva de los pobres y sus organizaciones.
2. Las jornadas se desarrollaron intentando practicar la Cultura del
Encuentro e integrando compañeros, compañeras, hermanos y hermanas, de
distintos continentes, generaciones, oficios, religiones, ideas y
experiencias. Además de los sectores representativos de los tres ejes
principales del encuentro, participaron un importante número de obispos
y agentes pastorales, intelectuales y académicos, que contribuyeron
significativamente al encuentro pero siempre respetando el protagonismo
de los sectores y movimientos populares. El Encuentro no estuvo exento
de tensiones que pudimos asumir colectivamente como hermanos.
3. En primer lugar, siempre desde la perspectiva de los pobres y los
pueblos pobres, en este caso de los campesinos, trabajadores sin
derechos y habitantes de barrios populares (villas, favelas, chabolas,
slums), se analizaron las causas estructurales de la desigualdad y la
exclusión, desde su raigambre sistémica global hasta sus expresiones
locales. Se compartieron las cifras horrorosas de la desigualdad y la
concentración de la riqueza en manos de un puado de megamillonarios. Los
panelistas y oradores coincidieron en que debe buscarse en la naturaleza
inequitativa y depredatoria del sistema capitalista que pone el lucro
por encima del ser humano la raíz de los males sociales y ambientales.
El enorme poder de las empresas trasnacionales que pretenden devorar y
privatizarlo todo –mercancías, servicios, pensamiento- son primer violín
de esta sinfonía de la destrucción.
4. Durante el trabajo en talleres se concluyó que el acceso pleno,
estable, seguro e integral a la tierra, el trabajo y la vivienda
constituyen derechos humanos inalienables, inherentes a las personas y
su dignidad, que deben ser garantizados y respetados. La vivienda y el
barrio como un espacio inviolable por Estados y corporaciones, la tierra
como un bien común que debe ser compartido entre todos los que la
trabajan evitando su acaparamiento y el trabajo digno como eje
estructurador de un proyecto de vida fueron algunos de los reclamos
compartidos.
5. También abordamos el problema de la violencia y la guerra, una guerra
total o como dice Francisco, una tercera guerra mundial en cuotas. Sin
perder de vista el carácter global de estos problemas, se trató con
particular intensidad la situación en Medio Oriente, principalmente la
agresión contra el pueblo palestino y kurdo. La violencia que desatan
las mafias del narcoterrorismo, el tráfico de armas y la trata de
personas fueron también objeto de profundo debate. Los desplazamientos
forzados por la violencia, el agronegocio, la minería contaminante y
todas las formas de extractivismo, y la represión sobre campesinos,
pueblos originarios y afrodecendientes estuvieron presentes en todos los
talleres. También el grave problema de los golpes de estado como en
Honduras y Paraguay y el intervencionismo de grandes potencias sobre los
países más pobres.
6. La cuestión ambiental estuvo presente en un rico intercambio entre la
perspectiva académica y la popular. Pudimos conocer los datos más
recientes sobre contaminación y cambio climático, las predicciones sobre
futuros desastres naturales y las pruebas científicas de que el
consumismo insaciable y la práctica de un industrialismo irresponsable
que promueve el poder económico explica la catástrofe ecológica en
ciernes. Debemos combatir la cultura del descarte y aunque sus causas
son estructurales, nosotros también debemos promover un cambio desde
abajo en los hábitos y conductas de nuestros pueblos priorizando los
intercambios al interior de la economía popular y la recuperación de lo
que este sistema deshecha.
7. Nuevamente, pudimos concluir que la guerra y la violencia, la
agudización de los conflictos étnicos y la utilización de la religión
para la legitimación de la violencia, así como la desforestación, el
cambio climático y la pérdida de la biodiversidad, tiene su principal
motor en la búsqueda incesante del lucro y la pretensión criminal de
subordinar a los pueblos más pobres para saquear sus riquezas naturales
y humanas. Consideramos que la acción y las palabras de los movimientos
populares y la Iglesia son imprescindibles para frenar este verdadero
genocidio y terricidio.
8. Particular atención merece la situación de las mujeres
particularmente golpeadas por este sistema. Reconocemos en esa realidad
la urgente necesidad de un compromiso profundo y serio con esa causa
justa e histórica de todas nuestras compañeras, motor de luchas,
procesos y propuestas de vida, emancipatorias e inspiradoras. También
exigimos la finalización de la estigmatización, descarte y abandono de
los niños y jóvenes, especialmente los pobres, afrodecendientes y
migrantes. Si los niños no tienen infancia, si los jóvenes no tienen
proyecto, la Tierra no tiene futuro. 9. Lejos de regodearnos en la
autocompasión y los lamentos por todas estas realidades destructoras,
los movimientos populares, en particular los reunidos por este
Encuentro, reivindicamos que los excluidos, los oprimidos, los pobres no
resignados, organizados, podemos y debemos enfrentar con todas nuestras
fuerzas la caótica situación a la que nos ha llevado este sistema. En
ese sentido, se compartieron innumerables experiencias de trabajo,
organización y lucha que han permitido la creación de millones de
fuentes de trabajo digno en el sector popular de la economía, la
recuperación de millones de hectáreas de tierra para la agricultura
campesina y la construcción, integración, mejoramiento o defensa de
millones de viviendas y comunidades urbanas en el mundo. La
participación protagónica de los sectores populares en el marco de
democracias secuestradas o directamente plutocracias es indispensable
para las transformaciones que necesitamos.
10. Teniendo en cuenta el especial contexto de este encuentro y el
invalorable aporte de la Iglesia Católica que en cabeza del Papa
Francisco permitió su realización, nos detuvimos para analizar en el
marco de nuestras realidades el imprescindible aporte de la doctrina
social de la iglesia y el pensamiento de su pastor para la lucha por la
justicia social. Nuestro material principal de trabajo fue la Evengelii
Gaudium que se abordó teniendo en cuenta la necesidad de recuperar
pautas éticas de conducta en la dimensión individual, grupal y social de
la vida humana. Es dable desatacar la participación e intervención de
numerosos sacerdotes y obispos católicos a lo largo de todo el
Encuentro, viva encarnación de todos aquellos agentes pastorales laicos
y consagrados, comprometidos con las luchas populares que, consideramos,
deben ser reforzados en su importante labor.
11. Todos y todas, muchos de nosotros católicos, pudimos asistir a la
celebración de una misa en la Catedral de San Pedro celebrada por uno de
nuestros anfitriones el Cardenal Peter Turkson donde se presentaron como
ofrendas tres símbolos de nuestros anhelos, carencias y luchas: un carro
de cartoneros, frutos de la tierra campesina y una maqueta de una
casilla típica de los barrios pobres. Contamos con la presencia de un
importante número de obispos de todos los continentes.
12. En este ambiente de debate apasionado y fraternidad intercultural,
tuvimos la inolvidable oportunidad de asistir a un momento histórico: la
participación del Papa Francisco en nuestro Encuentro que sintetizó en
su discurso gran parte de nuestra realidad, nuestras denuncias y
nuestras propuestas. La claridad y contundencia de sus palabras no
admiten dobles interpretaciones y reafirman que la preocupación por los
pobres está en el centro mismo del Evangelio. En coherencia con sus
palabras, la actitud fraterna, paciente y cálida de Francisco con todos
y cada uno de nosotros, en especial con los perseguidos, también expresa
su solidaridad con nuestra lucha tantas veces desvalorizada y
prejuzgada, incluso perseguida, reprimida o criminalizada.
13. Otro de los momentos importantes fue la participación del hermano
Evo Morales, presidente de la Asamblea Mundial de los Pueblos Indígenas,
que participó en carácter de dirigente popular y nos ofreció una
exposición centrada en la crítica al sistema capitalista y en todo lo
que podemos hacer los excluidos en términos de tierra, trabajo,
vivienda, paz y ambiente cuando nos organizamos y logramos acceder a
posiciones de poder, pero de un poder entendido como servicio y no como
privilegio. Su abrazo con Francisco nos emocionó y quedará por siempre
en nuestra memoria.
14. Entre los productos inmediatos del encuentro, nos llevamos dos
cosas: la “Carta de los excluidos a los excluidos” para trabajar con las
bases de los sectores y movimientos populares, la cual nos comprometemos
a distribuir masivamente junto al Discurso del Papa Francisco y las
memorias; y la propuesta de crear un Espacio de Interlocución permanente
entre los movimientos populares y la Iglesia.
15. Junto a este breve comunicado, le pedimos especialmente a todos los
trabajadores y trabajadoras de prensa que nos ayuden a difundir la
versión completa del discurso del Papa Francisco que, repetimos,
sintetiza gran parte de nuestra experiencia, pensamiento y anhelos.
Repitamos junto al: ¡Tierra, Techo y Trabajo son derechos sagrados!
¡Ningún trabajador sin derechos! ¡Ninguna familia sin viviendas! ¡Ningún
campesino sin tierra! ¡Ningún pueblo sin territorio! ¡Arriba los pobres
que se organizan y luchan por una alternativa humana a la globalización
excluyente! ¡Larga vida al Papa Francisco y su Iglesia pobre para los
pobres!
opinión pública un breve resumen de lo que sucedió durante estos tres
históricos días.
1. Convocado por el PCJP, la PAS y diversos movimientos populares del
mundo bajo la inspiración del Papa Francisco una delegación de más de
100 dirigentes sociales de todos los continentes nos reunimos en Roma
para debatir en base a tres ejes –tierra, trabajo, vivienda- los grandes
problemas y desafíos que enfrenta la familia humana (especialmente
exclusión, desigualdad, violencia y crisis ambiental) desde la
perspectiva de los pobres y sus organizaciones.
2. Las jornadas se desarrollaron intentando practicar la Cultura del
Encuentro e integrando compañeros, compañeras, hermanos y hermanas, de
distintos continentes, generaciones, oficios, religiones, ideas y
experiencias. Además de los sectores representativos de los tres ejes
principales del encuentro, participaron un importante número de obispos
y agentes pastorales, intelectuales y académicos, que contribuyeron
significativamente al encuentro pero siempre respetando el protagonismo
de los sectores y movimientos populares. El Encuentro no estuvo exento
de tensiones que pudimos asumir colectivamente como hermanos.
3. En primer lugar, siempre desde la perspectiva de los pobres y los
pueblos pobres, en este caso de los campesinos, trabajadores sin
derechos y habitantes de barrios populares (villas, favelas, chabolas,
slums), se analizaron las causas estructurales de la desigualdad y la
exclusión, desde su raigambre sistémica global hasta sus expresiones
locales. Se compartieron las cifras horrorosas de la desigualdad y la
concentración de la riqueza en manos de un puado de megamillonarios. Los
panelistas y oradores coincidieron en que debe buscarse en la naturaleza
inequitativa y depredatoria del sistema capitalista que pone el lucro
por encima del ser humano la raíz de los males sociales y ambientales.
El enorme poder de las empresas trasnacionales que pretenden devorar y
privatizarlo todo –mercancías, servicios, pensamiento- son primer violín
de esta sinfonía de la destrucción.
4. Durante el trabajo en talleres se concluyó que el acceso pleno,
estable, seguro e integral a la tierra, el trabajo y la vivienda
constituyen derechos humanos inalienables, inherentes a las personas y
su dignidad, que deben ser garantizados y respetados. La vivienda y el
barrio como un espacio inviolable por Estados y corporaciones, la tierra
como un bien común que debe ser compartido entre todos los que la
trabajan evitando su acaparamiento y el trabajo digno como eje
estructurador de un proyecto de vida fueron algunos de los reclamos
compartidos.
5. También abordamos el problema de la violencia y la guerra, una guerra
total o como dice Francisco, una tercera guerra mundial en cuotas. Sin
perder de vista el carácter global de estos problemas, se trató con
particular intensidad la situación en Medio Oriente, principalmente la
agresión contra el pueblo palestino y kurdo. La violencia que desatan
las mafias del narcoterrorismo, el tráfico de armas y la trata de
personas fueron también objeto de profundo debate. Los desplazamientos
forzados por la violencia, el agronegocio, la minería contaminante y
todas las formas de extractivismo, y la represión sobre campesinos,
pueblos originarios y afrodecendientes estuvieron presentes en todos los
talleres. También el grave problema de los golpes de estado como en
Honduras y Paraguay y el intervencionismo de grandes potencias sobre los
países más pobres.
6. La cuestión ambiental estuvo presente en un rico intercambio entre la
perspectiva académica y la popular. Pudimos conocer los datos más
recientes sobre contaminación y cambio climático, las predicciones sobre
futuros desastres naturales y las pruebas científicas de que el
consumismo insaciable y la práctica de un industrialismo irresponsable
que promueve el poder económico explica la catástrofe ecológica en
ciernes. Debemos combatir la cultura del descarte y aunque sus causas
son estructurales, nosotros también debemos promover un cambio desde
abajo en los hábitos y conductas de nuestros pueblos priorizando los
intercambios al interior de la economía popular y la recuperación de lo
que este sistema deshecha.
7. Nuevamente, pudimos concluir que la guerra y la violencia, la
agudización de los conflictos étnicos y la utilización de la religión
para la legitimación de la violencia, así como la desforestación, el
cambio climático y la pérdida de la biodiversidad, tiene su principal
motor en la búsqueda incesante del lucro y la pretensión criminal de
subordinar a los pueblos más pobres para saquear sus riquezas naturales
y humanas. Consideramos que la acción y las palabras de los movimientos
populares y la Iglesia son imprescindibles para frenar este verdadero
genocidio y terricidio.
8. Particular atención merece la situación de las mujeres
particularmente golpeadas por este sistema. Reconocemos en esa realidad
la urgente necesidad de un compromiso profundo y serio con esa causa
justa e histórica de todas nuestras compañeras, motor de luchas,
procesos y propuestas de vida, emancipatorias e inspiradoras. También
exigimos la finalización de la estigmatización, descarte y abandono de
los niños y jóvenes, especialmente los pobres, afrodecendientes y
migrantes. Si los niños no tienen infancia, si los jóvenes no tienen
proyecto, la Tierra no tiene futuro. 9. Lejos de regodearnos en la
autocompasión y los lamentos por todas estas realidades destructoras,
los movimientos populares, en particular los reunidos por este
Encuentro, reivindicamos que los excluidos, los oprimidos, los pobres no
resignados, organizados, podemos y debemos enfrentar con todas nuestras
fuerzas la caótica situación a la que nos ha llevado este sistema. En
ese sentido, se compartieron innumerables experiencias de trabajo,
organización y lucha que han permitido la creación de millones de
fuentes de trabajo digno en el sector popular de la economía, la
recuperación de millones de hectáreas de tierra para la agricultura
campesina y la construcción, integración, mejoramiento o defensa de
millones de viviendas y comunidades urbanas en el mundo. La
participación protagónica de los sectores populares en el marco de
democracias secuestradas o directamente plutocracias es indispensable
para las transformaciones que necesitamos.
10. Teniendo en cuenta el especial contexto de este encuentro y el
invalorable aporte de la Iglesia Católica que en cabeza del Papa
Francisco permitió su realización, nos detuvimos para analizar en el
marco de nuestras realidades el imprescindible aporte de la doctrina
social de la iglesia y el pensamiento de su pastor para la lucha por la
justicia social. Nuestro material principal de trabajo fue la Evengelii
Gaudium que se abordó teniendo en cuenta la necesidad de recuperar
pautas éticas de conducta en la dimensión individual, grupal y social de
la vida humana. Es dable desatacar la participación e intervención de
numerosos sacerdotes y obispos católicos a lo largo de todo el
Encuentro, viva encarnación de todos aquellos agentes pastorales laicos
y consagrados, comprometidos con las luchas populares que, consideramos,
deben ser reforzados en su importante labor.
11. Todos y todas, muchos de nosotros católicos, pudimos asistir a la
celebración de una misa en la Catedral de San Pedro celebrada por uno de
nuestros anfitriones el Cardenal Peter Turkson donde se presentaron como
ofrendas tres símbolos de nuestros anhelos, carencias y luchas: un carro
de cartoneros, frutos de la tierra campesina y una maqueta de una
casilla típica de los barrios pobres. Contamos con la presencia de un
importante número de obispos de todos los continentes.
12. En este ambiente de debate apasionado y fraternidad intercultural,
tuvimos la inolvidable oportunidad de asistir a un momento histórico: la
participación del Papa Francisco en nuestro Encuentro que sintetizó en
su discurso gran parte de nuestra realidad, nuestras denuncias y
nuestras propuestas. La claridad y contundencia de sus palabras no
admiten dobles interpretaciones y reafirman que la preocupación por los
pobres está en el centro mismo del Evangelio. En coherencia con sus
palabras, la actitud fraterna, paciente y cálida de Francisco con todos
y cada uno de nosotros, en especial con los perseguidos, también expresa
su solidaridad con nuestra lucha tantas veces desvalorizada y
prejuzgada, incluso perseguida, reprimida o criminalizada.
13. Otro de los momentos importantes fue la participación del hermano
Evo Morales, presidente de la Asamblea Mundial de los Pueblos Indígenas,
que participó en carácter de dirigente popular y nos ofreció una
exposición centrada en la crítica al sistema capitalista y en todo lo
que podemos hacer los excluidos en términos de tierra, trabajo,
vivienda, paz y ambiente cuando nos organizamos y logramos acceder a
posiciones de poder, pero de un poder entendido como servicio y no como
privilegio. Su abrazo con Francisco nos emocionó y quedará por siempre
en nuestra memoria.
14. Entre los productos inmediatos del encuentro, nos llevamos dos
cosas: la “Carta de los excluidos a los excluidos” para trabajar con las
bases de los sectores y movimientos populares, la cual nos comprometemos
a distribuir masivamente junto al Discurso del Papa Francisco y las
memorias; y la propuesta de crear un Espacio de Interlocución permanente
entre los movimientos populares y la Iglesia.
15. Junto a este breve comunicado, le pedimos especialmente a todos los
trabajadores y trabajadoras de prensa que nos ayuden a difundir la
versión completa del discurso del Papa Francisco que, repetimos,
sintetiza gran parte de nuestra experiencia, pensamiento y anhelos.
Repitamos junto al: ¡Tierra, Techo y Trabajo son derechos sagrados!
¡Ningún trabajador sin derechos! ¡Ninguna familia sin viviendas! ¡Ningún
campesino sin tierra! ¡Ningún pueblo sin territorio! ¡Arriba los pobres
que se organizan y luchan por una alternativa humana a la globalización
excluyente! ¡Larga vida al Papa Francisco y su Iglesia pobre para los
pobres!