Emir Sader
ALAI AMLATINA, 17/02/2016.- La derecha tiene la obsesión de buscar
destruir las imágenes de los grandes líderes populares de nuestro
tiempo. Argentina y Brasil, entre otros, conocen bien como esa obsesión
se ha volcado hacia las imágenes de Perón y de Vargas, como si su
liderazgo dañara a la democracia, en lugar de fortalecerla y legitimarla.
La derecha cree que la izquierda solo puede imponerse mediante
liderazgos carismáticos, “populistas” en su lenguaje, que se erigirían
como líderes mediante engaños, políticas de concesiones irresponsables
del punto de vista macroeconómico, según ellos, sacrificando los
intereses de la economía en función de su afirmación como líderes
políticos. Hay teorías tan absurdas como las que buscan afirmar que
Argentina habría entrado en un período histórico de decadencia con
Perón, en lugar de exaltar la formidable democratización social del
período histórico del peronismo en el poder.
Ahora, cuando América Latina ha vuelto a desarrollar procesos de
democratización social, a contramano de la hegemonía neoliberal en
escala mundial, la derecha se empecina en atacar a los líderes de esos
procesos, como si fuera un proceso que dependiera del liderazgo personal
de ellos. La destrucción de las imágenes de Lula, de Evo Morales, de
Rafael Correa, de Cristina, según la derecha, frenaría la capacidad de
esos países para seguir el camino de la democratización social.
Hay que preguntarse si ¿Argentina era más democrática con la dictadura
militar o con los gobiernos neoliberales o con los Kirchner? ¿El Estado
tenía más legitimidad y prestigio con los militares o con la dictadura
del mercado o cuando los derechos de la gente fueron reafirmados?
¿Bolivia era un país mejor, más estable, más democrático, con los
gobiernos neoliberales de las dinastías blancas que dominaban un país
mayoritariamente indígena o el prestigio del país, el apoyo popular,
nunca fueron tan grandes como con Evo Morales?
Brasil, que era el país más desigual del continente, ¿es un país mejor,
menos injusto, más integrado, que permite que la gente viva mucho mejor
ahora o cuando los mercados y las grandes corporaciones privadas
mandaban sin contrapeso en el país?
¿Ecuador vive el mejor momento de su historia bajo el gobierno de Rafael
Correa o cuando era gobernado por las oligarquías representantes de las
minorías?
Esos líderes populares han fortalecido las democracias en esos países,
porque han integrado a las grandes mayorías, afirmando sus derechos,
legitimando los Estados porque esas mayorías se sienten representadas en
esos gobiernos, porque se han producido los períodos de más grande
estabilidad y continuidad política bajo el liderazgo de esos dirigentes
políticos.
¿Qué carácter tienen esos liderazgos populares? El de representar, de
forma directa, a los anhelos de la gran mayoría de la población,
postergada por la política tradicional y sus formas corrompidas de
elegir representantes, por el poder del dinero y de los medios de
comunicación privados.
La derecha solo logra dirigentes fuertes, basados en la fuerza y en la
represión, como en los tiempos de las dictaduras. O presidentes con
prestigio efímero, basados en planes económicos de corto plazo,
promovidos por el marketing de los medios, hasta que caen
inevitablemente en desgracia y sus nombres quedan asociados a lo peor
que tiene la política.
Mientras tanto, los líderes populares logran contornar los mecanismos
corporativos en que la derecha basa su poder –congresos electos sobre la
base de campanas financiadas con mucha plata, medios de comunicación
monopólicos, grandes empresas privadas, entre otros-, para expresar, de
forma directa, las necesidades de la masa de la población marginalizada
por aquellos mecanismos de poder de la derecha. Por eso ganan tanta
proyección, legitimidad, por ello gozan del apoyo popular que ningún
líder de la derecha posee.
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