François Houtart
ALAI AMLATINA, 19/04/2016.- América Latina
fue el único continente donde las opciones neoliberales fueron adoptadas
por varios países. Después de una serie de dictaduras militares,
apoyadas por los Estados Unidos
y portadoras del proyecto neoliberal, las reacciones no se hicieron
esperar. La cumbre fue el rechazo en 2005 del Tratado de Libre Comercio
con los Estados Unidos y Canadá, el resultado de la acción conjunta
entre movimientos sociales, partidos políticos de
izquierda, organizaciones no gubernamentales e iglesias cristianas.
Los gobiernos progresistas
Los nuevos gobiernos de Brasil, Argentina, Uruguay,
Nicaragua, Venezuela, Ecuador, Paraguay y Bolivia, pusieron en marcha
políticas restableciendo el Estado en sus funciones de redistribución de
la riqueza, de la reorganización de los
servicios públicos, en particular el acceso a la salud y a la educación
y de inversiones en obras públicas. Se negoció una distribución más
favorable del ingreso de las materias primas entre multinacionales y
Estado nacional (petróleo, gas, minerales, productos
agrícolas de exportación) y la coyuntura favorable, durante más de una
década, permitió importantes ingresos para las naciones en cuestión.
Hablar sobre el final de un ciclo introduce la idea de
un cierto determinismo histórico, lo que sugiere la inevitabilidad de
alternancias de poder entre la izquierda y la derecha, concepto
inadecuado si el objetivo es sustituir la hegemonía
de una oligarquía por regímenes populares democráticos. Sin embargo,
una serie de factores permiten sugerir un agotamiento de las
experiencias post-neoliberales, partiendo de la hipótesis que los nuevos
gobiernos fueron post-neoliberales y no poscapitalistas.
Obviamente, sería ilusorio pensar que en un mundo
capitalista, en plena crisis sistémica y, por lo tanto, particularmente
agresivo, el establecimiento de un socialismo "instantáneo" es posible.
Por cierto también existen referencias
históricas sobre el tema. La NEP (Nueva Política Económica) en los años
veinte en la URSS, es un ejemplo para estudiar de manera crítica. En
China y en Vietnam, las reformas de Deng Xio Ping o del Doi Moi
(renovación) expresan la convicción de la imposibilidad
de desarrollar las fuerzas productivas, sin pasar por la ley del valor,
es decir, por el mercado (que se supone el Estado debe regular). Cuba
adopta, de forma lenta pero prudente a la vez, medidas para agilizar el
funcionamiento de la economía, sin perder
las referencias fundamentales a la justicia social y el respeto por el
medio ambiente. Entonces se plantea la cuestión de las transiciones
necesarias.
- Un proyecto posneoliberal
El proyecto de los gobiernos "progresistas" de América
Latina para reconstruir un sistema económico y político capaz de reparar
los desastrosos efectos sociales del neoliberalismo, no fue una tarea
fácil. La restauración de las funciones
sociales del Estado supuso una reconfiguración de este último, siempre
dominado por una administración conservadora poco capaz de constituir un
instrumento de cambio. En el caso de Venezuela, es un Estado paralelo
que se instituyó (las misiones) gracias a
los ingresos del petróleo. En los demás casos, nuevos ministerios
fueron creados y renovaron gradualmente a los funcionarios. La
concepción del Estado que presidió al proceso fue generalmente
centralizadora y jerarquizada (importancia de un líder carismático)
con tendencias a instrumentalizar los movimientos sociales, el
desarrollo de una burocracia a menudo paralizante y también la
existencia de la corrupción (en algunos casos a gran escala).
La voluntad política por salir del neoliberalismo tuvo
resultados positivos: una lucha efectiva contra la pobreza para decenas
de millones de personas, un mejor acceso a la salud y la educación,
inversiones públicas en infraestructura,
en pocas palabras, una redistribución por lo menos parcial del producto
nacional, considerablemente aumentado por el alza de los precios de las
materias primas. Esto dio lugar a beneficios para los pobres sin
afectar seriamente los ingresos de los ricos. Se
añadieron a este panorama importantes esfuerzos a favor de la
integración latinoamericana, creando o fortaleciendo organizaciones como
el Mercosur, que reúne a unos diez países de América del Sur, UNASUR,
para la integración del Sur del continente, la CELAC
para el conjunto del mundo latino, más el Caribe y, finalmente, el
ALBA, una iniciativa venezolana con unos diez países.
En este último caso, se trataba de una perspectiva de
cooperación bastante novedosa, no de competencia, sino de
complementariedad y de solidaridad, porque, de hecho, la economía
interna de los países "progresistas" permaneció dominada
por el capital privado, con su lógica de acumulación, especialmente en
los sectores de la minería y el petróleo, las finanzas, las
telecomunicaciones y el gran comercio y con su ignorancia de las
"externalidades", es decir los daños ambientales y sociales.
Esto dio lugar a reacciones cada vez mayores por parte de varios
movimientos sociales. Los medios de comunicación social (prensa, radio,
televisión) se mantuvieron en gran medida en manos del gran capital
nacional o internacional, a pesar de los esfuerzos
hechos para rectificar una situación de desequilibrio comunicacional
(Telesur y las leyes nacionales en materia de comunicaciones).
- ¿Qué tipo de desarrollo?
El modelo de desarrollo se inspiró en los años 60 del
"desarrollismo", cuando la Comisión Económica para América Latina de la
ONU (CEPAL) propuso sustituir las importaciones por el aumento de la
producción nacional. Su aplicación en
el siglo XXI, en una coyuntura favorable de los precios de las materias
primas, combinada con una perspectiva económica centrada sobre el
aumento de la producción y una concepción de redistribución de la renta
nacional sin transformación fundamental de las
estructuras sociales (falta de reforma agraria, por ejemplo) condujo a
una "reprimarización" de las economías latinoamericanas y al aumento de
la dependencia con respeto al capitalismo monopolista, yendo incluso
hasta una desindustrialización relativa del
continente.
El proyecto se transformó gradualmente en una
modernización acrítica de las sociedades, con matices dependiendo del
país, alguno, como Venezuela haciendo hincapié en la participación
comunitaria. Esto dio lugar a una amplificación de
consumidores de clase media de bienes del exterior. Se estimularon los
megaproyectos y el sector agrícola tradicional fue abandonado a su
suerte para favorecer la agricultura agroexportadora destructora de los
ecosistemas y de la biodiversidad, incluso llegando
a poner en peligro la soberanía alimentaria. Cero rastros de verdaderas
reformas agrarias. La reducción de la pobreza en especial mediante
medidas asistenciales (que también fue el caso de los países
neo-liberales) apenas redujo la distancia social, siendo
la más alta del mundo.
- ¿Se podría haber hecho de otra manera?
Uno puede preguntarse, por supuesto, si era posible
haberlo hecho de otra manera. Una revolución radical hubiera provocado
intervenciones armadas y los Estados Unidos disponen de todo el aparato
necesario para ello: bases militares,
aliados en la región, el despliegue de la quinta flota alrededor del
continente, informaciones por satélites y aviones awak y han demostrado
que intervenciones no estaban excluidas: Santo Domingo, bahía de
cochinos en Cuba, Panamá, Granada.
Por otra parte, la fuerza del capital monopolista es de
tal manera que los acuerdos hechos en los campos de petróleo, minería,
agricultura, rápidamente se convierten en nuevas dependencias. Hay que
añadir la dificultad de llevar a cabo
políticas monetarias autónomas y las presiones de las instituciones
financieras internacionales, sin hablar de la fuga de capitales hacia
los paraísos fiscales, como lo demuestran los documentos de Panamá.
Por otra parte, el diseño de la formación de los líderes
de los gobiernos "progresistas" y de sus consejeros era claramente el
de una modernización de las sociedades, sin tener en cuenta logros
contemporáneos, tales como la importancia
de respetar el medio ambiente y asegurar la regeneración de la
naturaleza, una visión holística de la realidad, base de una crítica de
la modernidad absorbida por la lógica del mercado y finalmente la
importancia del factor cultural. Curiosamente, las políticas
reales se desarrollaron en contradicción con algunas constituciones
bastante innovadoras en estas áreas (derecho de la naturaleza, "buen
vivir").
Los nuevos gobiernos fueron bien recibidos por las
mayorías y sus líderes reelegidos en varias ocasiones con resultados
electorales impresionantes. De hecho, la pobreza había disminuido
notablemente y las clases medias se habían duplicado
en peso en pocos años. Existía un verdadero apoyo popular. Por último,
hay que añadir también que la ausencia de una referencia creíble
"socialista", después de la caída del muro de Berlín, no incitaba a
presentar otro modelo que el post-neoliberal. El conjunto
de estos factores sugieren que era difícil, objetiva y subjetivamente,
esperar otro tipo diferente de orientación.
- Las nuevas contradicciones
Sin embargo, esto explica una rápida evolución de las
contradicciones internas y externas. El factor más dramático fue,
obviamente, las consecuencias de la crisis del capitalismo mundial y, en
particular, la caída, en parte planificadas,
de los precios de las materias primas y en especial del petróleo.
Brasil y Argentina fueron los primeros países en sufrir los efectos,
pero rápidamente siguieron Venezuela y Ecuador, Bolivia resistiendo
mejor, gracias a la existencia de importantes reservas
de divisas. Esta situación afectó inmediatamente el empleo y las
posibilidades consumistas de la clase media. Los conflictos latentes con
algunos movimientos sociales y una parte de intelectuales de izquierda
salieron a la luz. Las fallas del poder, hasta
entonces soportadas como el precio del cambio y sobre todo en algunos
países, la corrupción instalada como parte integrante de la cultura
política, provocaron reacciones populares.
Obviamente la derecha se tomó esta situación para
iniciar un proceso de recuperación de su poder y su hegemonía. Apelando a
los valores democráticos que nunca había respetado, logró recuperar
parte del electorado, sobre todo tomando
el poder en Argentina, conquistando el parlamento en Venezuela,
cuestionando el sistema democrático de Brasil, asegurándose la mayoría
en las ciudades en Ecuador y en Bolivia. Trató de tomar ventaja de la
decepción de algunos sectores, en particular de los
indígenas y de las clases medias. También con el apoyo de muchas
instancias norteamericanas y por los medios en su poder, trató de
superar sus propias contradicciones, sobre todo entre las oligarquías
tradicionales y los sectores modernos.
En respuesta a la crisis, los gobiernos "progresistas"
adoptaron medidas cada vez más favorables a los mercados, hasta el punto
de que la "restauración conservadora" que denuncian con regularidad, se
introdujo subrepticiamente dentro
de ellos mismos. Las transiciones se convirtieron entonces en
adaptaciones del capitalismo a las nuevas exigencias ecológicas y
sociales (un capitalismo moderno) en vez de pasos hacia un nuevo
paradigma poscapitalista (reforma agraria, apoyo a la agricultura
campesina, tributación mejor adaptada, otra visión de desarrollo,
etc.).
Todo esto no significa el final de las luchas sociales,
al contrario. La solución radica, por una parte, en la agrupación de las
fuerzas para el cambio, dentro y fuera de los gobiernos, para redefinir
un proyecto y las formas de transición
y por otra, en la reconstrucción de movimientos sociales autónomos con
objetivos enfocados en el medio y largo plazo.
Quito, para Le Drapeau Rouge, Bruselas, No 56 (mayo-junio 2016)
Traducido por Pilar Castelano
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