Parece que el destino de Brasil está marcado por el mes de agosto.
Tuvimos la crisis y suicidio del presidente Getulio Vargas, en la década
de 1950. Después, en la década de 1960, la renuncia de Jânio Quadros y
la crisis de la legalidad. Ahora, la historia
se repite como farsa: el Supremo Tribunal Federal (STF) marcó para los
días 29 de agosto el inicio de la votación final sobre la destitución de
la presidenta Dilma Rousseff, electa de forma legítima y democrática
por 55% de los electores brasileños (54 millones
de votos).
Los golpistas
Las demostraciones del gobierno golpista sobre su verdadera
naturaleza ya son conocidas y continuaron surgiendo a lo largo del mes
de julio. Además de antidemocrático, su verdadero objetivo es
implementar, de forma rápida, y a hierro y fuego, un plan neoliberal
que sólo atiende a los intereses del gran capital financiero y de las
corporaciones internacionales.
En julio, el presidente interino siguió prometiendo al capital que,
apenas se consolide el golpe, va a implementar una reforma laboral, para
destruir la CLT [Consolidación de las Leyes Laborales], y retirar los
derechos que los trabajadores conquistaron
a lo largo del siglo XX. E incluso, pretende alterar la jornada de
trabajo, que en todo el mundo fue reduciéndose. En Europa, varios países
ya adoptaron jornadas de 6 horas, pero aquí, la sedienta burguesía tuvo
el descaro de hablar de 80 horas semanales.
Una jornada mayor que las practicadas en tiempos de esclavitud.
También siguen las amenazas de realizar cambios en la Previsión
Social para aumentar la edad mínima de jubilación, unificando hombre y
mujeres, y retirando la referencia en el salario mínimo.
Y la última amenaza fue el acuerdo entre el presidente golpista y el
bloque ruralista, con el compromiso de aprobar el Proyecto de Enmienda
Constitucional (PEC) 215, que transfiere al Congreso la prerrogativa de
normatizar las tierras indígenas. Y así, el
agronegocio puede continuar con la tenencia irregular de las áreas
indígenas que desean, asegurando la hegemonía de los ruralistas en el
Congreso.
En ese mismo acuerdo, ellos se comprometieron a legalizar la venta de
tierras al capital extranjero. Hoy, se permite la venta de hasta mil
hectáreas y se prohíbe que ellas estén localizadas en áreas de 100 km
próximas a la frontera. Ellos quieren liberar
todo, cualquier empresa extrajera podría comprar cualquier cantidad de
tierras. Todo eso comandado por el ministro golpista de Agricultura, Sr.
Blairo Maggi, uno de los mayores propietarios de tierras de Brasil.
La ganancia de los golpistas es insaciable. Pero ellos ignoran que en
este mundo todo tiene sus contradicciones. Y ellas surgirán brevemente.
Los trabajadores
Del lado de los trabajadores hay mucha articulación y agendas para
resistir al golpe. Es cierto que hasta ahora la gran masa no se
movilizó. Está atónita, asistiendo por TV, y aún no ha ido a las calles.
Sin embargo, el aumento del desempleo, de la inflación,
de los precios de los alimentos y la arrogancia de los golpistas que
amenazan sus derechos, comienzan a generar debates y un clima de
insatisfacción que puede motivar a las masas trabajadoras a ir a las
calles las próximas semanas.
Iniciaremos agosto con una vigilia interreligiosa en Candelaria,
centro de Rio de Janeiro, para denunciar los planes del gobierno
antidemocrático.
El día 5 de agosto, realizaremos una gran caminata de lucha unitaria,
convocada por tres organizaciones: Frente Brasil Popular, Frente Pueblo
Sin Miedo y Frente de Izquierda. Teniendo como punto de encuentro
Copacabana, la marcha se realizará al mismo tiempo
que la apertura de los Juego Olímpicos para denunciar al mundo al
gobierno golpista, que tuvo el descaro de abrir el evento en nombre del
pueblo brasileño.
A lo largo del mes tendremos muchas movilizaciones en todo el país. Y
el movimiento sindical y popular está discutiendo el llamado a una
huelga general para demostrar a la burguesa que ellos podrán tomar al
gobierno por asalto, pero si la clase no trabaja
y no produce no habrá bienes ni mercaderías en la sociedad.
En Paraná está proyectada una interesante experiencia de debates,
organizado por todos los movimientos populares del estado, que
denominaron CIRCO DE LA DEMOCRACIA, que congregará a miles de militantes
y trabajadores para debatir la necesidad de reconquistas
la democracia.
Y después, en la semana de la votación del 29 de agosto en adelante,
realizaremos movilizaciones en Brasilia, además de campamentos de
vigilia en todo el país, para decir a los senadores que ellos no
representan el voto de la mayoría del pueblo. Algunos
de ellos son suplentes, no fueron electos y el pueblo ni siquiera los
conoce. Algunos ellos, incluso, están vinculados en casos de corrupción,
denunciados en la Operación Lava-Jato [que investiga casos de
corrupción en la petrolera estatal Petrobras], y en
otros procesos que siguen en la Justicia.
Por parte de la presidenta Dilma, existe la propuesta de hacerse
pública y pronunciarse presentando una carta al pueblo brasileño donde
se comprometa con un nuevo programa de gobierno, diferente del aplicado
en 2015, y en consonancia con las promesas de
campaña del 2014. Y que garantice la organización de un nuevo
Ministerio, representativo del pueblo y de la sociedad, para que de
hecho tengamos en los próximos dos años, un proceso de transición hacia
los cambios estructurales necesarios, comenzando por la
reforma política y de los medios de comunicación.
Así, preparémonos, que agosto será un mes de mucha lucha y disputa.
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