Héctor Tenorio
El 5 de marzo se cumplió el tercer aniversario luctuoso del
Presidente Hugo Chávez, la oposición especuló que el deceso sucedió días
antes
en Cuba, cuestión que habría afectado la credibilidad del régimen y
existía el riesgo que se viera reflejado en el proceso electoral que
estaba por celebrarse. Sin embargo, no hubiera cambiado la reacción de
la población. Más de dos millones de personas participaron
en el duelo nacional (funerales de esa dimensión no se habían visto
desde 1989, con el fallecimiento del Ayatolá Jomeini en Irán). Ahora
bien, el responsable de su muerte fue el mismo mandatario que desestimó
los síntomas del cáncer. Sus últimas palabras según
testigos, fueron que no lo dejaran morir. Irónicamente al caer preso el
4 de febrero de 1992 por intentar derrocar al gobierno, expresó que
hubiera preferido la muerte.
En
los 14 años que gobernó Chávez logró entre otras cosas la recuperación
de la identidad nacional e impulsó una política pública novedosa con
especial
énfasis en la reducción de la desigualdad social. Hubo una conexión
emocional del Jefe de Estado con los sectores populares gracias al uso
de la renta petrolera. El politólogo Adam Przeworski ha planteado que la
democracia no alcanza a mitigar la desigualdad
económica y la desigualdad económica se transforma en desigualdad
política porque la influencia política de cada ciudadano aumenta según
incrementa su ingreso. Para el economista Alan Wood al proyecto chavista
le faltó una mayor producción en el campo y toleró
que la distribución de los alimentos siguiera estando en manos de la
aristocracia local vinculada a grandes monopolios extranjeros de
alimentación y bebidas.
Cabe
destacar que Chávez en dos ocasiones por lo menos evitó que Venezuela
se precipitara a una guerra civil: El 4 de febrero de 1992, prefirió
rendirse
ante el gobierno a pesar de tener suficiente fuerza militar; el 11 de
abril del 2002, se rindió siendo Presidente ante los golpistas, a pesar
de tener el apoyo de un bloque de militares leales. Él no quiso un baño
de sangre innecesario.
Chávez
le confesó al catedrático Heinz Dieterich en el 2004 que trabajaba en
una proyecto a largo plazo que consistiría en lograr: una moneda única
en la región llamada Sucre, un Banco suramericano, una petroamérica, un
Fondo Humanitario, unas fuerzas armadas unificadas en la Organización
del Tratado del Atlántico Sur (OTAS) y finalmente la Organización
militar Suramericana
A
3 años de su fallecimiento, su proyecto se tambalea. Venezuela vive una
situación delicada ante el desabasto en productos básicos, el gobierno
venezolano
sostiene que se trata de una guerra económica la cual forma parte de un
plan desestabilizador perpetrado desde el interior y exterior. El
principal problema del Presidente Nicolás Maduro es que depende del
petróleo y la caída en su precio complica la situación.
Además sus detractores han logrado apoderarse de la mayoría de la
Asamblea Nacional, desde ahí intentan liberar al opositor Leopoldo López
y otros detenidos. Hasta el momento ambas partes han optado por
transitar por la vía democrática y así evitar una salida
violenta donde el ejército venezolano tomaría el control del país. A
esto se añade que en Suramérica avanza la derecha.
En este contexto el 4 de marzo presentaré mi libro:
Prisión, Gloria y Ocaso de Hugo Chávez, editado por Instituto
Belisario Domínguez del Senado de la República. Analizo su personalidad
desde diferentes enfoques: el personal, el militar, el político. La cita
es a la 5 de la tarde en la ciudad
de Puebla en el Centro Internacional de Prospectiva y Altos Estudios,
ubicado en la calle 3 poniente 711 a unas cuadras del zócalo. Será un
honor que nos acompañe.
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