Alberto Rabilotta
ALAI
AMLATINA, 14/01/2015.-
Sembrar la división y el odio, las disputas religiosas,
lingüísticas, culturales y nacionales, y el racismo en todas sus
variantes (1), es una muy vieja y efectiva receta para dominar y explotar a los
pueblos. Es la forma de arruinarlos, debilitarlos y dividirlos para
avasallarlos, esclavizarlos o borrarlos del mapa en beneficio de los intereses
de los colonizadores e imperialistas.
Esa
política fue aplicada durante la Guerra Fría contra la Unión Soviética (URSS),
China y demás países socialistas, y no desapareció con el derrumbe de la URSS y
del campo socialista europeo.
En realidad la guerra ideológica y las
prácticas subversivas de los tiempos de la Guerra Fría fueron adaptadas hace
más de cuatro décadas a los objetivos hegemónicos que el imperialismo de
Estados Unidos (EE.UU.) y sus aliados de la OTAN estaban incubando, al
capitalismo que hoy día llamamos neoliberalismo, y desde entonces afectan a
todos los países y regiones del mundo que rechazan la hegemonía imperial.
Es en ese contexto que debemos situar el
terrorismo, sea por fanatismo religioso o la ideología neonazi, y comprobar que
ha servido y sirve objetivamente a generar la destrucción y el caos que el
imperio necesita para su expansión, y esto es así cuando asesina a inocentes en
Irak, Siria, Libia, Paquistán o Yemen, o cuando se vuelve contra sus
patrocinados políticos en EE.UU., en Londres o Paris.
Siempre el terrorismo servirá a los objetivos políticos del imperio, porque el simplismo de la explicación, la exagerada mediatización y la repercusión global de esos actos abominables en los países occidentales, como los recientes atentados en Francia, terminan casi siempre justificando políticas y sociales antidemocráticas y represivas, como se vio en EE.UU. con la “Ley Patriota” (Patriot Act), cuya sustancia probablemente será incorporada en los proyectos que ya están siendo contemplados en la Unión Europea.
Siempre el terrorismo servirá a los objetivos políticos del imperio, porque el simplismo de la explicación, la exagerada mediatización y la repercusión global de esos actos abominables en los países occidentales, como los recientes atentados en Francia, terminan casi siempre justificando políticas y sociales antidemocráticas y represivas, como se vio en EE.UU. con la “Ley Patriota” (Patriot Act), cuya sustancia probablemente será incorporada en los proyectos que ya están siendo contemplados en la Unión Europea.
Cuando digo esto no estoy asumiendo una
teoría conspirativa, sino resumiendo una de mis primeras experiencias
periodísticas importantes a comienzos de los años 70, y de la cual solo escribí
una vez, pero que desde entonces ha sido una importante guía para mi
entendimiento y análisis de la propaganda y los objetivos políticos del
imperialismo.
Y lo haré apoyándome en la memoria, porque los archivos de papel me abandonaron hace tiempo y no tengo los medios para ir a las hemerotecas de los diarios Pravda en Moscú o Granma en La Habana, en los cuales fue publicado íntegramente el despacho original.
Y lo haré apoyándome en la memoria, porque los archivos de papel me abandonaron hace tiempo y no tengo los medios para ir a las hemerotecas de los diarios Pravda en Moscú o Granma en La Habana, en los cuales fue publicado íntegramente el despacho original.
Una discreta reunión
en Montreal del aparato de propaganda de la OTAN
En 1972, cuando comenzaba a colaborar con Prensa Latina y escribía algunas notas para medios mexicanos –El Día y Excélsior-, un colega canadiense me hizo saber que una muy discreta reunión de los responsables de la política de información del sistema de radios de onda corta de la OTAN (Radio Europa Libre/Radio Libertad –REL/RL-, La Voz de las Américas –VOA-, etcétera) tendría lugar en un hotel de Montreal.
En 1972, cuando comenzaba a colaborar con Prensa Latina y escribía algunas notas para medios mexicanos –El Día y Excélsior-, un colega canadiense me hizo saber que una muy discreta reunión de los responsables de la política de información del sistema de radios de onda corta de la OTAN (Radio Europa Libre/Radio Libertad –REL/RL-, La Voz de las Américas –VOA-, etcétera) tendría lugar en un hotel de Montreal.
En esa reunión se presentaría “un nuevo plan”
de lucha ideológica contra la URSS y demás países socialistas, pero ahora es
posible afirmar que lo dicho y planeado en esa reunión amplió a escala global y
a todos los terrenos posibles la lucha ideológica característica de la
confrontación bipolar de la Guerra Fría.
Fui al lugar de la reunión sin mucha confianza de que me acreditarían como periodista, pero después de una negativa, y para mi gran sorpresa, me aceptaron porque tenía una credencial de “corresponsal” del diario mexicano Excélsior.
La tal reunión fue en realidad una larga sucesión de presentaciones de los responsables de la línea informativa y editorial de esas radios, en particular de la VOA y de REL/RL, que (usando un lenguaje actual) formularon cómo construir la narrativa y la credibilidad de la propaganda contra la URSS y el comunismo, pero en realidad también contra todos los países que en esa época reclamaban una real independencia, un nuevo orden económico mundial, el fin del racismo y la discriminación racial en todas sus formas. Que asumían posiciones antiimperialistas y eran vistos como aliados de la URSS, en pocas palabras.
¿Cómo utilizar las religiones y los nacionalismos como armas?
La nueva ofensiva
ideológica del imperio, y el contenido de su propaganda, según los ideólogos
del aparato propagandístico de la OTAN en esa reunión de Montreal, debía
alcanzar y echar raíces en los sectores de la población a la cual iba a ser
dirigida: los musulmanes y los nacionalistas radicales en ciertas regiones de
la URSS y otros países socialistas; los sionistas judíos (los refúsenik) rusos
que querían emigrar a Israel y los católicos conservadores en los países
bálticos, en Polonia y otros más.Fui al lugar de la reunión sin mucha confianza de que me acreditarían como periodista, pero después de una negativa, y para mi gran sorpresa, me aceptaron porque tenía una credencial de “corresponsal” del diario mexicano Excélsior.
La tal reunión fue en realidad una larga sucesión de presentaciones de los responsables de la línea informativa y editorial de esas radios, en particular de la VOA y de REL/RL, que (usando un lenguaje actual) formularon cómo construir la narrativa y la credibilidad de la propaganda contra la URSS y el comunismo, pero en realidad también contra todos los países que en esa época reclamaban una real independencia, un nuevo orden económico mundial, el fin del racismo y la discriminación racial en todas sus formas. Que asumían posiciones antiimperialistas y eran vistos como aliados de la URSS, en pocas palabras.
¿Cómo utilizar las religiones y los nacionalismos como armas?
Lo que en realidad se buscaba en esas
sociedades socialistas secularizadas era alimentar –para luego financiar y
organizar- el “renacimiento” de las creencias y prácticas religiosas radicales
que entrasen en franca contradicción con la sociedad y el poder político, y
crear reivindicaciones o contradicciones en las sociedades y regiones con
nacionalismos susceptibles de separatismo, lo que presuponía crear situaciones
de confrontación civil, policial y hasta militar.
“Choque de civilizaciones” y neoliberalismo”
“Choque de civilizaciones” y neoliberalismo”
La semilla del “choque de
civilizaciones” (2) plantada por esa propaganda de la OTAN y adoptada sin
reservas por los cada vez más concentrados medios de prensa de los países
capitalistas, justificó la creación de Al-Qaeda para luchar contra los
soviéticos y afganos progresistas en Afganistán, y con el derrumbe de la URSS y
del campo socialista europeo fue usada extensamente en los Balcanes para la
partición de la (ex ) Yugoslavia, y seguidamente para fomentar los ataques
terroristas y el conflicto en Chechenia, en Daguestán y otras regiones de la ex
URSS, incluyendo recientemente el caso de Ucrania.
Estado oficialmente ateo, la URSS era en
realidad un Estado socialista multinacional y multicultural donde convivían
muchas nacionalidades y religiones, desde la ortodoxa cristiana hasta la
musulmana, pasando por la judía y la católica, entre otras más. Esta era la
fuerza aparente del internacionalismo proletario, como decían en Moscú, pero
también su principal debilidad a los ojos de la dirigencia imperialista.
Empero, hay que recordar que la confrontación
creada por las ambiciones imperialistas de EE.UU. no se resumía a la Guerra
Fría entre Moscú y Washington, y que en el Oriente Medio y en Asia predominaban
-a comienzos de los años 70- y como consecuencia de la descolonización y de la
consolidación del movimiento de los Países No-Alineados, Estados seculares en
los cuales convivían, bajo regímenes políticos diferentes, las más diversas
culturas, nacionalidades y religiones.
En otras palabras, se estaba en un momento de
auge en la lucha para eliminar todas las formas de discriminación racial,
incluyendo el Apartheid sudafricano y el sionismo, lo que se concretó en la
votación de la Resolución 3379 de la Asamblea General de la ONU en noviembre de
1975, anulada el 16 de diciembre de 1991, ocho días después de la disolución de
la URSS, por la Resolución 4866 de la ONU.
Y en la coyuntura histórica en que los
países No-Alineados con el apoyo del campo socialista exigieron la
creación de un “Nuevo Orden Económico Mundial” que pusiera fin a los desiguales
“términos de intercambio” y poder así acceder al desarrollo socioeconómico, y
batallando en la UNESCO para establecer un “Nuevo Orden Mundial de la
Información y Comunicación”, iniciativas que el imperialismo y sus aliados
lograron derrotar.
Pero ahora, a distancia y con documentos a la mano, podemos entender ese fue también el momento en que en EE.UU. y sus aliados en Europa y Japón lanzan desde los círculos de poder la narrativa para justificar económica y políticamente el desmantelamiento del Estado benefactor (la intervención de Estado en la economía apara garantizar cierto desarrollo socioeconómico), con el objetivo (finalmente realizado en las últimas dos décadas) de poner el Estado al servicio exclusivo de los capitalistas y poder retornar así al liberalismo del siglo 19 y a las viejas prácticas imperialistas y colonialistas (3).
Pero ahora, a distancia y con documentos a la mano, podemos entender ese fue también el momento en que en EE.UU. y sus aliados en Europa y Japón lanzan desde los círculos de poder la narrativa para justificar económica y políticamente el desmantelamiento del Estado benefactor (la intervención de Estado en la economía apara garantizar cierto desarrollo socioeconómico), con el objetivo (finalmente realizado en las últimas dos décadas) de poner el Estado al servicio exclusivo de los capitalistas y poder retornar así al liberalismo del siglo 19 y a las viejas prácticas imperialistas y colonialistas (3).
Desde cierta perspectiva fue el momento
propicio para que el imperialismo y sus aliados de la OTAN ampliaran el
contexto y la cobertura geográfica de la Guerra Fría, asegurando la continuidad
en el paso de la confrontación entre un sistema capitalista-imperialista y un
sistema socialista, a la preparación de la expansión imperialista del sistema
neoliberal que ya estaba siendo “cocinado”.
No es pura coincidencia que haya sido en 1973
que David Rockefeller, con la asistencia de Zbigniew Brzezinsky, asesor de
política exterior del presidente Demócrata James Carter, crea la Comisión
Trilateral (4), que sirvió para vehicular a los más altos niveles la nueva
ofensiva ideológica del imperio y de la OTAN, ni tampoco que Samuel Huntington,
“intelectual orgánico” del imperialismo y autor del infame libro “Choque de
civilizaciones”, estuviera ya en el paisaje.
Los documentos de la Comisión Trilateral, en particular “The Crisis of Democracy”, de 1975, deberían ser leídos a la luz de los hechos actuales y recientes, para comprobar fuera de toda interpretación conspirativa que fue entonces y bastante públicamente que se sentaron las líneas de la ofensiva política e ideológica del imperialismo para establecer la hegemonía en su fase neoliberal, incluyendo la liquidación de la democracia liberal con algún contenido real en las sociedades de los países del campo occidental, como estamos viendo.
Todo esto también explica la continuidad, desde entonces y hasta ahora, de la ofensiva ideológica y de las políticas destinadas a minar las sociedades y destruir los Estados de la URSS y del resto de los países socialistas, y ahora de Rusia, China y otros países en desarrollo o emergentes que pueden constituir la principal barrera a la hegemonía neoliberal.
Los documentos de la Comisión Trilateral, en particular “The Crisis of Democracy”, de 1975, deberían ser leídos a la luz de los hechos actuales y recientes, para comprobar fuera de toda interpretación conspirativa que fue entonces y bastante públicamente que se sentaron las líneas de la ofensiva política e ideológica del imperialismo para establecer la hegemonía en su fase neoliberal, incluyendo la liquidación de la democracia liberal con algún contenido real en las sociedades de los países del campo occidental, como estamos viendo.
Todo esto también explica la continuidad, desde entonces y hasta ahora, de la ofensiva ideológica y de las políticas destinadas a minar las sociedades y destruir los Estados de la URSS y del resto de los países socialistas, y ahora de Rusia, China y otros países en desarrollo o emergentes que pueden constituir la principal barrera a la hegemonía neoliberal.
Los fanáticos y
extremistas convertidos en “luchadores por la libertad”
Y si bien fue en 1979 el primer caso
documentado en el cual EE.UU. y sus aliados crearon, entrenaron y convirtieron
en “luchadores por la libertad” a los extremistas islamistas, para luchar en
Afganistán contra los soviéticos y los afganos progresistas, no pasó mucho
tiempos antes de que EE.UU. efectuase operaciones ilegales con narcotraficantes
en América latina para armar y financiar a los “combatientes por la libertad”
que luchaban contra los sandinistas en Nicaragua, política que llevó a la
creación de los “carteles” de narcotráfico y a la expansión de la criminalidad,
la corrupción y la violencia en la región.Políticas similares fueron seguidas desde entonces en decenas de países de Asia, del Oriente Medio y de África, muchas veces con la asistencia y financiamiento de Arabia Saudita, y el apoyo de Israel (como en el caso Irán-Contras), lo que confirma que el diabólico plan de “dividir para reinar”, de destruir los Estados y las sociedades que defendían su soberanía nacional, fue aplicado de manera sistemática tanto por el aparato de propaganda de EE.UU. y la OTAN como por sus agencias de subversión y espionaje.
Nada nuevo o sorprendente si recordamos que
desde finales de la segunda Guerra Mundial, mediante la “Operación Gladio”,
EE.UU. y la OTAN conservaron los contactos y lazos con las fuerzas
ultranacionalistas que apoyaron o participaron en los diversos regímenes
nazi-fascistas europeos, y que ahora sirven en los países bálticos y en Ucrania
–donde controlan el aparato de seguridad del Estado-, para la política de
enfrentamiento con Rusia.
André Vltchek enfatiza que “para el imperio,
la existencia y popularidad de dirigentes progresistas, marxistas, musulmanes,
gobernando el Oriente Medio o una Indonesia rica en recursos, era algo
claramente inaceptable. ¿Si se acostumbraran a utilizar esos recursos naturales
para mejorar las vidas de sus pueblos, que quedaría entonces para el imperio y
sus empresas? Eso tenía que ser frenado por todos los medios. El islam tenía
que ser dividido, infiltrado con cuadros radicales y anticomunistas, y con
aquellos que no les interesa en lo más mínimo el bienestar de su propio pueblo”
(5).
Victoria Nuland, subsecretaria de Estado de
Washington, dijo públicamente (6) que se habían “invertido” cinco mil millones
de dólares para el ”cambio de régimen” en Ucrania, y sin duda fue mucho más
costosa la partición del Estado multinacional de Yugoslavia. ¿Y qué decir del
financiamiento o apoyo de los países de la OTAN a los extremistas y terroristas
islámicos en Chechenia y Daguestán, que se paseaban por Europa como
“combatientes de la libertad”? ¿O de los extremistas islámicos recibidos por
las autoridades políticas europeas y estadounidenses, financiados y entrenados
por esos gobiernos para derrocar a los gobiernos en Libia y Siria, con muchos
ejemplos más en África que quedarán en el tintero?
“Al fundamentalismo no se le vence con las armas”
“Al fundamentalismo no se le vence con las armas”
En 1997 el gran intelectual Edward Said dio
una charla (7) sobre el “choque de civilizaciones”, cuya lectura o relectura es
aconsejada, y de la cual me permito reproducir un largo párrafo: “A la vista de
la deprimente realidad que nos rodea y de la presencia de conflictos
interculturales e interétnicos, me parece irresponsable sugerir que nosotros,
en Europa y EE.UU, debamos conservar nuestra civilización, lo que Huntington
llama Occidente, manteniendo al resto a distancia y aumentando las
desavenencias entre los pueblos para prolongar nuestro dominio. Esto es, de
hecho, lo que Huntington sostiene, y resulta bastante fácil entender por qué
este ensayo fue publicado por Foreign Affairs y por qué tantos responsables
políticos se han sentido atraídos por él, permitiendo a EE.UU ampliar la
mentalidad de la Guerra Fría a una época distinta y a un nuevo público. Mucho
más productiva y útil es una nueva mentalidad o conciencia global que ve los
peligros que enfrentamos desde el punto de vista de la raza humana en su
conjunto. Estos peligros incluyen el empobrecimiento de la mayoría de la
población del planeta, el nacimiento de virulentos sentimientos tribales,
nacionalistas, étnicos y religiosos en Bosnia, Ruanda, Líbano, Chechenia y
otros lugares, el descenso de la alfabetización y la aparición de un nuevo
analfabetismo basado en los medios de comunicación electrónicos, la televisión
y las nuevas autopistas de la información global, o la fragmentación y la
amenaza de desaparición de los grandes relatos sobre la liberación y la
tolerancia. Nuestro bien más preciado para hacer frente a esta terrible
transformación de la historia no es la aparición de un sentimiento de
enfrentamiento, sino de comunidad, de comprensión, de solidaridad y de
esperanza, lo cual representa todo lo contrario a lo que promueve Huntington”.
Y cerremos este artículo con una reciente (6)
e importante reflexión del filósofo Enrique Dussel: “los fundamentalismos
(cristiano, como el de G. Bush; islámico o sionista) son un retorno de un dios
(o un politeísmo como diría M. Weber) que justifica y absolutiza una política,
una economía, una cultura, una raza, un género, etcétera, y usa las armas en
vez de argumentos razonables, comprensibles para el otro interlocutor (nadie
como el fundamentalismo estadunidense utiliza las armas en vez de argumentos:
pretende imponer la democracia con guerras en vez de argumentar desde la
tradición del otro, por ejemplo, con los creyentes del Islam a partir del Corán
). Al fundamentalismo no se le vence con las armas (y no olvidar que fue la CIA
la que enseñó al fundamentalismo islamita en Afganistán a usar las armas contra
la Unión Soviética, y ahora cosechamos las consecuencias sobre cuyo origen
nadie habla), sino con argumentos razonables y con una praxis honesta (como
enseñaba Bartolomé de las Casas respecto de la conquista). Pero esto último no
entra en el horizonte de los intereses del imperio. Se utiliza la violencia
irracional islamita para justificar y aumentar la violencia irracional del
neoliberalismo político-económico. La izquierda honesta, por el contrario, debe
comenzar una crítica de la teología como momento de una crítica de la política
liberal y de la economía capitalista, tal como la practicó Karl Marx”.
Notas
1.- El papel del racismo en la ofensiva imperialista, Alberto Rabilotta
http://alainet.org/active/ 72395&lang=es
2.- Años más tarde, leyendo a Samuel Huntington (¿Choque de civilizaciones?, Foreing Affairs, 1993), se me hizo claro que ese menjunje de prejuicios cargados de odios reflejaba bastante bien lo que había escuchado en esa reunión de las radios de la OTAN en Montreal, y que constituía el trasfondo de la política que desde entonces había estado siguiendo el imperialismo y sus aliados.
3.- Samir Amin, « Capitalisme transnational ou Impérialisme collectif ?», Pambazuka News, 22 janvier 2011; Kari Polanyi Levitt, « The Power of Ideas », http://www.karipolanyilevitt. com/wp-content/uploads/2014/ 01/Kari-Polanyi-Levitt-intro- IJPE-FINAL.pdf ; The Powell Memo de 1971, http://reclaimdemocracy.org/ powell_memo_lewis/
4.- The Crisis of Democracy, Michel Crozier, Samuel Huntington y Joji Watanuki. http://www.trilateral.org/ download/doc/crisis_of_ democracy.pdf
5.- Empire Manufactures Muslim Monsters, por André Vltchek http://dissidentvoice.org/ 2015/01/empire-manufactures- muslim-monsters/
Novelista y cineasta, Vltchek ha cubierto guerras y conflictos en docenas de
países. Recientemente publicó un libro con Noam Chomsky: On Western Terrorism:
From Hiroshima to Drone Warfare.
6.- Victoria Nuland, 13 de diciembre de 2013: http://www. informationclearinghouse.info/ article37599.htm
7.- Edward Said, El Mito del Choque de Civilizaciones, charla en la Universidad Columbia de Nueva York en 1997 http://www.libreria- mundoarabe.com/Boletines/N% BA79%20Feb.10/ MitoChoqueCivilizaciones.htm
8.- Enrique Dussel, “La crítica de la teología se torna en la crítica de la política”, http://www.jornada.unam.mx/ 2015/01/10/opinion/018a1mun
- Alberto Rabilotta es periodista argentino - canadiense.
1.- El papel del racismo en la ofensiva imperialista, Alberto Rabilotta
http://alainet.org/active/
2.- Años más tarde, leyendo a Samuel Huntington (¿Choque de civilizaciones?, Foreing Affairs, 1993), se me hizo claro que ese menjunje de prejuicios cargados de odios reflejaba bastante bien lo que había escuchado en esa reunión de las radios de la OTAN en Montreal, y que constituía el trasfondo de la política que desde entonces había estado siguiendo el imperialismo y sus aliados.
3.- Samir Amin, « Capitalisme transnational ou Impérialisme collectif ?», Pambazuka News, 22 janvier 2011; Kari Polanyi Levitt, « The Power of Ideas », http://www.karipolanyilevitt.
4.- The Crisis of Democracy, Michel Crozier, Samuel Huntington y Joji Watanuki. http://www.trilateral.org/
5.- Empire Manufactures Muslim Monsters, por André Vltchek http://dissidentvoice.org/
6.- Victoria Nuland, 13 de diciembre de 2013: http://www.
7.- Edward Said, El Mito del Choque de Civilizaciones, charla en la Universidad Columbia de Nueva York en 1997 http://www.libreria-
8.- Enrique Dussel, “La crítica de la teología se torna en la crítica de la política”, http://www.jornada.unam.mx/
- Alberto Rabilotta es periodista argentino - canadiense.
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