Marco A. Gandásegui, H.
ALAI AMLATINA.-
La campaña electoral en EEUU ha tomado un curso pocas veces –
quizás nunca – vista en el pasado. Los dos grandes partidos políticos,
el Demócrata –fundado a principios del siglo XIX – y el Republicano – a
mediados del decimonono – se han colocado en
posiciones políticas sin salida. Por un lado, Donald Trump, el
especulador de Nueva York, se tomó el ‘Partido de Lincoln’ mientras que
las elites (el ‘establishment’) jugaban con evangélicos, conservadores y
una masa de trabajadores frustrados que terminaron
dándole vuelta a la mesa.
El
Partido Demócrata se contentó con presentar a la señora Hillary de
Clinton como sucesora y continuadora del presidente Barack Obama. El
poder financiero que controla la maquinaria
del partido de FDR (Franklin Delano Roosevelt) al mejor estilo de la
política mexicana del “gallo tapado” pretendió correr toda la distancia
con su candidata imbatible. Las bases de su partido se rebelaron y se
volcaron a favor de un viejo socialista quien
presentó su candidatura a la Casa Blanca sin mayores pretensiones.
El
‘viejo’ senador Bernie Sanders hizo una campaña ‘esquizofrénica’ que le
dio espléndidos resultados. Por un lado, atacó a los amigos de Hillary,
dueños de Wall Street acusándolos
de ser el 1 por ciento de los ricos que quieren acabar con la clase
media y con el país. Su discurso se prendió a lo largo y ancho de EEUU y
no pudo ser apagado, a pesar de los millones que invertía la cúpula
agazapada en los bancos más grandes de Nueva York.
Por
el otro, sin embargo, Sanders no atacó el flanco más débil de la
‘Secretaria de Estado’. Su falta de credibilidad y mensajes monótonos no
fueron objeto de críticas por parte del
candidato de la ‘izquierda’. Esta tarea la asumió el Partido
Republicano y su candidato Donald Trump. Hillary tiene un largo
historial desde cuando su esposo era el gobernador de Arkansas (en la
década de 1980), después Presidente de EEUU (década de 1990)
y cuando ella ganó un escaño senatorial a principios del siglo y
renunció para ser la Secretaria de Estado de Obama. Un total de 30 años
políticos escabrosos y llenos de problemas.
Trump
no sólo le saca sus trapos sucios, acusándola de promover la pérdida de
empleos y los tratados comerciales que exportan puestos de trabajo.
También la coloca a la cabeza del
grupo de ‘halcones’ liberales de Washington. La asocia a las guerras en
el Medio Oriente, las amenazas a Rusia y el cerco contra China. Trump
ha demostrado que Hillary es la peor candidata a la Presidencia de EEUU
que pudo haber seleccionado la elite financiera
del Partido Demócrata. Lo único que la salva es que Trump es aún peor.
Desde la década de 1960 (Barry Goldwater), el Partido Republicano no ha
tenido un peor candidato.
Trump
ha alienado a vastos sectores del electorado norteamericano. Comenzando
con los inmigrantes mexicanos, los negros, los musulmanes e, incluso,
las mujeres. Según Hillary, el
magnate de los casinos favorecería a los ricos con reformas tributarias
y les daría contratos petroleros, minerales y forestales que
destruirían el ambiente. La ex primera dama alega que Trump no tiene
experiencia en política internacional y representaría
un ‘peligro’ si llegara a tener las claves para desatar una guerra
nuclear.
El
problema que enfrenta el mundo actual es que ambos tienen razón. Hilary
es asesorada por los ‘halcones’ más decididos a desestabilizar o a
declararle la guerra a cualquier país
que no se someta. Pareciera que en su orden del día está contener a
China, arruinar a Rusia y, de paso, declarar las guerras necesarias para
subyugar al resto del planeta.
Trump
puede ser menos sofisticado pero sus objetivos son muy parecidos.
Mientras que Wall Street y Hillary juegan a escala global, Trump tiene
una visión más vinculada a la economía
de EEUU. Sus enemigos son México y China que, en su opinión, juegan
según las reglas de la banca financiera anglo-norteamericana. El
discurso cae muy bien en los sectores más golpeados y frustrados en EEUU
por la recesión económica casi permanente.
Este
análisis, que no ha mencionado nombres propios, será ampliado en el XV
Congreso Nacional de Sociología que se efectuará en la Universidad de
Panamá la próxima semana. Los organizadores
tendrán una mesa especial dedicada a EEUU y las aparentes guerras sin
fin que ambos candidatos le prometen a sus electores. ¿Qué impacto
tendrá esta política sobre Panamá y América latina?
- Marco A. Gandásegui, hijo, profesor de Sociología de la Universidad de Panamá e investigador
asociado del Centro de Estudios Latinoamericanos Justo Arosemena (CELA)
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