Latindadd
ALAI AMLATINA.-
Desde mediados
de la
década del
noventa el movimiento
social a
nivel global
comenzó a colocar
como prioridad
en sus
agendas de lucha
el tema
comercial, dándole
especial énfasis a
una crítica
completa al
paradigma del libre
comercio, que se
colocó como
premisa teórica de la puesta en marcha de la globalización neoliberal.
El primer escenario
de la
batalla contra
el paradigma del
libre comercio
fue la
Organización Mundial
del Comercio (OMC),
en donde se avanzó creando un entramado jurídico global
de carácter
obligante que
profundizó la lógica de la desregulación comercial: agresivas desgravaciones
arancelarias; eliminación de
marcos regulatorios
al capital
financiero; y fortalecimiento
de la
protección unilateral
a las inversiones externas.
Los efectos
no se
hicieron esperar
en los
denominados países del tercer mundo, que empezaron
a sufrir
las consecuencias
de esta
lógica del libre
comercio. Y
por tanto,
se empezó una “rebelión” al interior de la OMC, liderada principalmente
por quienes
luego formarían
el bloque de
los BRICS a
fin de
detener,
en alguna medida, esta ofensiva libre cambista, llevando
a lo que
muchos llaman
al “fracaso
de la Ronda
de Doha”
o lo
que es
lo mismo, que los
promotores del
libre comercio
no pudiesen terminar
su labor al
estancarse en
los llamados
“cuatro temas
de Singapur”:
1) libre
competencia, 2)
facilitación del
comercio, 3)
protección de
inversiones y
4) compras
del sector público.
La condición
fue que
se resolviera en
el seno
de la
OMC el
tema de
los subsidios al sector agrícola
en el
norte (léase
Estados Unidos y
Europa, principalmente), para
luego abordarse los temas de Singapur.
Ante el
fracaso de la
Ronda
de Doha,
la estrategia
neoliberal acentuó
la promoción
de los Tratados
de Libre
Comercio (TLCs). En
el caso de
América Latina,
los Estados
Unidos de Norteamérica
lanzaron la
ofensiva del
Área de Libre
Comercio de
las Américas
(ALCA), que fracasó
por la
alianza entre
los recién
llegados gobiernos progresistas
y el
movimiento social. Ante
ello, Estados Unidos
continuó con
el impulso
bilateral de TLCs.
En efecto,
la mitad
de América
Latina y
el Caribe (México, Centroamérica, Caricom,
Perú, Colombia,
Chile) está
constituida por economías
que se
rigen por el
paradigma del
libre comercio, con TLCs entre
ellas y
con tratados con países
de fuera de la región. Sólo se mantienen
fuera de
la lógica
de los TLCs
el Mercosur (Argentina,
Paraguay,
Uruguay,
Brasil, Venezuela) además de Ecuador
y Bolivia.
Aparejado a
la existencia
de los TLCs,
se fue profundizando esta institucionalidad neoliberal
con el
impulso que
se dio
a los
Tratados Bilaterales de
Protección
de Inversiones
(también conocidos como TBIs).
De forma
que se liberalizó
el comercio
vía TLCs y
se le
dio una protección privilegiada a la inversión extranjera vía
TBIs.
La dimensión fiscal
Una dimensión
que no
se había
considerado en el
ataque al
libre comercio
fue la
fiscal, es decir
los impactos
provocados por
dichos acuerdos en
la recaudación
tributaria. Gracias al
movimiento global por
la justicia
fiscal se empieza
a hacer
una correlación de
factores que obligan
a hacer
los vínculos
de la
desregulación comercial y de inversiones, con la opacidad,
la evasión,
la elusión
y el
fraude fiscal.
Estos
vínculos, empiezan
a relacionar
cómo
la desgravación arancelaria
impacta las
cuentas nacionales en
términos
de
los
impuestos
que
dejan
de
cobrarse
a las
importaciones.
Asimismo, cómo
los
procesos
de desregulación
financiera y
el libre
tránsito de
capitales impactan
en las cuentas
de
capital
de
los
Estados.
De
igual
forma, cómo
los
principios de
Trato
Nacional (TN)
y Trato
de
Nación
Más
Favorecida
(TNF)
abren portillos
para la
elusión
de
las
transnacionales y
también
cómo
las políticas
de
atracción
de inversiones
basadas
en
exoneraciones
o privilegios
fiscales
van provocando
inmensos
costos en términos
de
gasto
tributario
para
los
países.
Asimismo, se ha
observado que luego
de la suscripción
de un TLC,
normalmente sigue
la suscripción de un acuerdo de doble tributación,
ventajoso para
los países de
donde proviene
la inversión
transnacional en
el pago
del impuesto a
la renta.
Es que el
principio que rige la tributación en estos acuerdos es el de “residencia”
y no
el de
“fuente”. De
esta manera,
una empresa
extranjera no
tributa ni
en el país
donde extrae
la renta,
ni en
el de
donde proviene,
sino donde estratégicamente
ha puesto su
sede: Gran Caimán,
Delaware, Islas Vírgenes y otras
jurisdicciones opacas.
Finalmente, toda esta maraña de acuerdos de inversiones,
libre comercio
y doble
tributación facilita la planificación tributaria, desarrollada
por grandes
estudios jurídicos
que saben muy
bien cómo y
dónde constituir
sociedades comerciales para
no pagar
impuestos. El
escándalo de
los Panamá
Papers
es una
clara muestra de ello.
Crisis del
posneoliberalismo
Hoy América
Latina vive
un momento
de contraofensiva
neoconservadora, básicamente
en Suramérica que es la parte de la región que trató de desmontar la arquitectura neoliberal heredada
de las
décadas de
los ochenta y
los noventa. La
irrupción de
la derecha
en Argentina,
el golpe
de estado
en Paraguay, el
golpe de estado
en curso
en Brasil
y la
victoria de la
derecha en
el parlamento venezolano,
han posicionado de nuevo al paradigma del libre comercio
en esta subregión latinoamericana.
La
Alianza del
Pacífico
empieza
a ganar
adeptos
en
la
región,
los
gobiernos
del
Mercosur
inician
la
presión
para
que
finalmente
este
proceso
modifique
su
carta
constitutiva
que
inhibe
la firma
de
Tratados
de
Libre
Comercio,
esos
mismos
gobiernos
se animan
a reanudar
la
negociación
para
la
firma
de
un
TLC entre
la
Unión Europea
y Mercosur,
que
se
uniría
a los
que
ya tiene
la
Unión
Europea
en
vigencia
con
Centroamérica,
México,
Chile
y Perú/Colombia.
Diversos países
de América
Latina están
participando a
fondo en
las negociaciones
del TISA, que
abre sectores fundamentales
(educación, salud, agua,
servicios municipales, correos, transporte,
etc.) a
la participación
privada de transnacionales.
México, Perú
y Chile
participan activamente
en el
ya suscrito Acuerdo
Transpacífico de Cooperación
Económica (conocido por
sus siglas
en inglés como TPP).
El poder
corporativo transnacional tiende
a fortalecerse por medio
del impulso
de diversos tratados
o de
inversiones, que
se orientan a
profundizar la desregulación
de los
grandes capitales, y
que constituyen
verdaderos candados jurídicos
a políticas
reformistas orientadas al bien común.
Visibilizar esta situación, abrir el debate para comprender
en toda
su dimensión
las características
del fenómeno
y generar
nuevas articulaciones
de denuncia,
resistencia y
propuestas de cambio,
son tareas
urgentes para
el movimiento social de
América Latina.
- La Red Latinoamericana sobre Deuda, Desarrollo y Derechos (LATINDADD)
trabaja desde hace más de quince años en toda la región, incidiendo
sobre los decisores políticos en temas de fiscalidad, nueva arquitectura
financiera, deuda y nuevas
economías.
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