Aram Aharonian
ALAI AMLATINA, 01/06/2016.- Altos
funcionarios de inteligencia estadounidenses informaron a un grupo de
importantes medios de su país que Venezuela está al borde de un colapso
posiblemente violento, una posible
implosión política generada por el deterioro de las condiciones
económicas, admitiendo que Washington tiene poca influencia o poder para
incidir en el asunto.
Según el Washington Post y
Los Ángeles Times, el enfoque de Washington ya no es el fin de los
gobiernos chavistas, pues ahora lo que más inquieta es una detonación de
violencia política. Lo más importante: los funcionarios de inteligencia
expresaron que Washington está decepcionado
por la falta de cohesión y capacidad de la oposición para crear una
estrategia conjunta.
Más acá de las presiones y confabulaciones, la
realidad económica de Venezuela es grave mientras se habla de un default
de la deuda externa o una declaración unilateral, como una vía para
enderezar entuertos, el pueblo sigue padeciendo
la crisis: la oposición no logra ganar la calle y el chavismo aún no
sale a exigir soluciones a un gobierno debilitado por la plagas de la
ineficiencia, ineficacia y la corrupción.
Lo cierto es que este Estados Unidos en etapa
preelectoral teme la posibilidad de un estallido en Venezuela, sobre
todo porque la paz en la región no la puede garantizar nadie: ni el
enclenque gobierno interino brasileño ni el del
“gerente” Mauricio Macri, de Argentina, preocupados por eventuales
estallidos en sus propios países. EEUU no está en condiciones, tampoco,
de afrontar otra zona de conflicto como la de Medio Oriente o la de
África.
Para el politólogo Leopoldo Puchi, las presiones
desde EEUU y la UE son “una intervención que distorsiona la situación
nacional, que polariza, cierra puertas y exige la capitulación de uno de
los factores internos. No se mueve por
principios y valores, que son manejados a conveniencia: si en una
protesta en las calles de París, Madrid o Baltimore es incendiado un
vehículo, los autores son castigados, pero si algo similar ocurre en
Caracas ya se sabe lo que dirá la Unión Europea sobre
´la libertad de conciencia´”.
Una doble moral, que al utilizar los derechos humanos
como instrumento de presión geopolítica obstruye las posibilidades de
reconciliación. Las demandas que se realizan para que Venezuela se
reintegre al dispositivo económico y militar
estadounidense representan una grave lesión a la soberanía nacional,
por lo que no pueden ser aceptadas como parte de una negociación. Es
difícil, pero posible alcanzar un acuerdo sobre espacios de poder entre
factores internos. Pero no cabe “una cuota” para
intereses extranjeros. En realidad, lo mejor, “no nos ayuden,
compadres”, agrega.
Venezuela es noticia y objeto de atención en primera
plana de un periodismo abocado al profetismo catastrófico, en parte como
cortina de humo para esconder el golpe blando en Brasil. Así se van
creando los imaginarios colectivos:
en Brasil no pasa nada (aunque es el verdadero epicentro de los
conflictos) y Venezuela arde…
Desde el papa Francisco y su diplomacia vaticana,
pasando por presidentes, exmandatarios, candidatos, parlamentos y
parlamentarios, ministros, funcionarios internacionales y, sobre todo
las corporaciones mediáticas interpretan, de
acuerdo a sus propios intereses, lo que acontece en el norte del sur,
en una guerra virtual con amenaza de no serlo por mucho tiempo.
No hay forma de descartar la conspiración de la
derecha internacional contra el país, con ejes –como desde hace 15 años-
en Madrid y Bogotá, siempre bajo la batuta de Washington. Según el
gobierno, se está montando un escenario de
violencia para justificar una intervención extranjera de carácter
militar. La campaña desestabilizadora se magnifica en los medios
internacionales cartelizados, en busca de justificar un golpe.
Hace seis meses que la derecha ganara las elecciones
legislativas, con la promesa de que la cola para ir a votar sería la
última que tendrían que hacer los venezolanos, en referencia a las colas
para adquirir productos básicos. Hasta
ahora, ni una idea, ni un proyecto (más allá del mamarracho jurídico
que es la ley de amnistía). Su única meta es la aniquilación del
chavismo como opción política, la desaparición de un sistema que ha
demostrado ser una alternativa válida al neoliberalismo.
El fin de la oposición venezolana, en sus tres
vertientes, es por el momento fabricar un clima de desestabilización y
caldear el ambiente hasta el extremo, ante el temor a las urnas, de
perder nuevamente en un eventual referendo
revocatorio o en unas elecciones presidenciales. Parece ser la
oposición la que necesita una salida alternativa a la electoral,
democrática.
Hay un sector que trabaja por el revocatorio,
liderado por el gobernador del estado Miranda, Henrique Capriles
Radonski, otro que controla la actividad de calle, dirigido por Leopoldo
López desde la cárcel a través de su partido
Voluntad Popular, y un tercero, conformado por Acción Democrática y Un
Nuevo Tiempo, que controlan la Asamblea Nacional, manejan recursos y
cuentan con una amplia proyección mediática.
Los saqueos y las manifestaciones tienen el objeto de
generar una situación de caos, y a partir de ésta coronar el golpe de
Estado o una intervención extranjera.
Pero son conscientes de que, luego de lograr dicho objetivo,
deben detener la avalancha del pueblo en la calle y que la Fuerza Armada
Bolivariana no los reprimirá.
La crisis
Es imposible negar la crisis actual del país, el
desabastecimiento de alimentos y medicinas, la inflación, la
inseguridad, como tampoco la crisis dentro del gobernante Partido
Socialista Unido de Venezuela. Pero es la cartelización
político-mediática internacional configurada la que reproduce
contenidos mediáticos homogéneos sobre Venezuela y nos ofrece un mapa
selectivo de la realidad venezolana, lejos de la realidad misma.
Existe una escasez artificial por parte de grandes
intermediarios que, en vez de colocar los productos en los
establecimientos formales, hacen negocio con una red que se ha
denominado “bachaqueros”. Al mismo tiempo, se produce un
ajuste de precios de forma altamente especulativa, en la medida que los
precios de los bienes se pueden duplicar de una semana a otra,
obteniendo de esta forma un altísimo margen de comercialización.
La escasez programada forma parte de
una estrategia que han perfeccionado los grupos económicos, con la
esperanza de socavar el apoyo político del gobierno. “Las imágenes de la
gente haciendo cola desde tempranas
horas, de los rostros de frustración, de rabia y de profunda tristeza
porque el dinero no alcanza, se repiten en trasmisiones continuas por
las redes sociales y por las televisoras privadas. Los capitalistas, y
su liderazgo político de la MUD, están aplicando
una terapia de shock, para que la gente traumada acepte lo que sea,
incluso un gobierno de derecha”, señala el colectivo La Calle es
Nuestra.
A medida que avanza y se agrava la confrontación
entre el gobierno bolivariano y la oposición, el sistema de amenazas
entre uno u otro grupo dio paso a formas cada vez más violentas y a una
estrategia de deslegitimación política
y moral del adversario, un discurso de paz negativa, guerrero, que
pretende legitimar las acciones de cada grupo en procura de su visión de
paz, que expresa sus verdaderos intereses políticos o de otro orden,
señala la socióloga Maryclén Stelling.
La necesidad de aplicar la Carta Democrática (de la
OEA o del Mercosur) en contra de Venezuela, planificada por el Comando
Sur de Estados Unidos -según la Operación Freedom 2- reaparece
nuevamente, como cortina de humo del golpe
jurídico-policial-mediático- parlamentario en Brasil, y forma de
disciplinar a los países sudamericanos en la “estrategia de cerco y
asfixia” internacional contra Venezuela que, en definitiva es el camino a
deshacer los procesos de integración.
La mano invisible de Unasur
Desterrando estridencias, desde la Secretaría General
de Unasur, Ernesto Samper alentó una mediación entre el gobierno de
Maduro y la MUD, protagonizada por los socialdemócratas expresidentes
José Luis Rodríguez Zapatero de España,
Leonel Fernández de República Dominicana y Martin Torrijos de Panamá,
con reuniones en Santo Domingo que la oposición negó primero y la prensa
cartelizada insistió en invisibilizarlas siempre.
“Los buenos oficios de personalidades o instancias
extrajeras son positivos y saludables cuando las partes en conflicto de
un país se ponen de acuerdo para convocarlos”, señaló el diario mexicano
La Jornada, que a continuación indicó que “los desfiguros del
gobierno de Rajoy y los viajes provocadores a territorio venezolano de
individuos como Felipe González y Albert Rivera constituyen actos de
intervencionismo contrarios a la legalidad
internacional, el sentido democrático y el respeto a la soberanía
nacional de los países.
El marco identificado para estos acercamientos fue la
búsqueda del bienestar de todos los ciudadanos, la paz, la justicia, la
verdad, la convivencia institucional, el fortalecimiento de la
economía, la preservación del Estado de
Derecho, la democracia y el respeto de la soberanía nacional.
El “mejor camino para ayudar a Venezuela es el de la
convivencia democrática y el diálogo entre todos los venezolanos. Son
ellos y sólo ellos los que tienen el deber y la posibilidad de sacar
adelante a Venezuela”, señaló Unasur.
Colofón
Las imágenes de galpones, comercios, restaurantes
donde la inspección del gobierno bolivariano, con el apoyo de grupos
organizados de la comunidad, encuentran grandes cantidades de productos
acaparados (pasta, harina, café, aceite,
azúcar, detergentes, y etcéteras varios) son transmitidas por las redes
sociales y por el canal oficial, VTV. Pero estos productos siguen sin
llegar a los anaqueles.
Las diarias alocuciones del gobierno no logran calmar
la angustia a la gente, pero tampoco el discurso falso de la derecha,
agrupada en la MUD, logra convencerlos.
Se habla de salidas, hay “conversaciones”: hay
quienes especulan con un paso al costado de Nicolás Maduro y un gobierno
de “transición” (pero constitucional) dirigido por el vicepresidente
Aristóbulo Istúriz, hasta desembocar en
las elecciones generales, pasando a fin de este año por los comicios
para nombrar gobernadores y alcaldes.
Otros especulan –sobre todo desde el exterior- con un
golpe, palaciego o no… o la intervención de una fuerza multilateral
aupada por la OEA y/o –incluso- la OTAN.
Todos discuten sobre los padres de la crisis, muy pocos sobre cómo solucionarla.
-
Aram Aharonian es periodista y docente uruguayo-venezolano, director de la
revista Question, fundador de Telesur, director del Observatorio Latinoamericano en Comunicación y Democracia (ULAC).
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