martes, 19 de abril de 2016

América Latina: Guerra a la reputación

Emir Sader
 
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ALAI AMLATINA, 12/04/2016.- Sin argumentos frente al éxito de los modelos económicos y sociales de los gobiernos progresistas latinoamericanos, la derecha de esos países se dedica a atacar la imagen personal de los líderes de la izquierda latinoamericana.
 
Cada vez más favorito para volver a ser presidente de Brasil, asumiendo la coordinación del gobierno de Dilma Rousseff, Lula es acusado de tener un departamento que nunca fue suyo, en un sitio que nunca le perteneció.  Se ha vuelto el político más investigado por sus enemigos en el Poder Judicial y en la Policía Federal, se ha presentado siempre para declarar, sin ningún problema, pero nunca han encontrado nada que lo involucrara.
 
Lula, después de ser el presidente de más éxito que Brasil jamás tuvo, dentro y fuera del país, volvió a vivir en el mismo departamento de antes, en São Bernardo do Campo, periferia de la industria automotriz de Sao Paulo, donde el  había hecho su carrera profesional de tornero mecánico y de líder sindical metalúrgico. Mientras que Cardoso, después que salió de la presidencia, tiene, entre otros bienes nuevos, un departamento en la Avenue Foch, en el barrio más rico de Paris.
 
De la misma manera, Dilma Rousseff tiene un pedido de impeachment encaminado por 38 votos de una comisión parlamentaria, 35 de los cuales están implicados en procesos de corrupción, mientras que nada se ha probado en contra de ella.
 
Tratan de implicar a Evo Morales en supuestas acciones de favorecimiento de empresa privada, a partir de una relación afectiva que tuvo en el pasado. Y buscan acusar, sin ningún fundamento, a Cristina, en un supuesto caso de lavado de dinero.
 
Se tratan de casos de persecución política, promovidos por la alianza entre sectores del Poder Judicial y de los medios, unidos en el combate a la imagen pública de los líderes populares.
 
Es la confesión de que la derecha no puede competir con esos líderes en la disputa democrática de las elecciones y de las manifestaciones callejeras. Trata entonces de buscar la judicialización de la política, intentando sacar de la vida política a líderes populares de amplio apoyo en la sociedad.
 
La forma que buscan es la de la descalificación personal. Los gobiernos del PT habrían tenido éxito porque habrían financiado sus elecciones y reelecciones mediante procesos de corrupción. No encuentran ninguna evidencia, pero insisten en esas acusaciones, intentando descalificar todo el proceso de inmensa democratización social que el país ha vivido en esos años.
 
Tratan de descalificar las gigantescas trasformaciones que ha vivido Bolivia bajo el liderazgo de Evo Morales y de Álvaro García Linera, alegando un comportamiento personal indebido del presidente y de que el documento universitario que comprueba el currículo académico del vicepresidente no correspondería.
 
Al igual que intentan criminalizar a Cristina, sin ningún fundamento, como si ello pudiera descalificar el rescate de Argentina de la peor crisis de su historia, que Néstor y ella hicieron.
 
Lo que tratan de hacer es de ensuciar la imagen pública de los líderes populares, con la reiteración de denuncias sin base alguna, pero que, por la reiteración, buscan crear sospechas respecto al comportamiento de esos líderes. Buscan, a la vez, desplazar los temas económicos, políticos y sociales, hacia temas de la corrupción, con la acción correspondiente del Poder Judicial.
 
El inmenso proceso de democratización social que ha vivido América Latina en este siglo está en peligro, en caso de que no se avance en la democratización de la formación de la opinión pública y en la democratización del Poder Judicial.   
 
 
- Emir Sader, sociólogo y científico político brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ).

Declaración del XII Encuentro de la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad “Venezuela en la Encrucijada: Nuevos Tiempos, Nuevos Desafíos

Resultado de imagen para Declaración del XII Encuentro de la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad “Venezuela en la Encrucijada: Nuevos Tiempos, Nuevos DesafíosLos pueblos de nuestra América sufren la ofensiva de recolonización conservadora por parte del imperialismo y las oligarquías locales. Se pretende barrer todas las conquistas de los procesos progresistas regionales en el campo de la justicia social, la soberanía, la integración y la gestación de un auténtico poder popular.

En este contexto, Venezuela es un blanco principal, tanto por sus enormes riquezas como por la amenaza que representa su ejemplo de esperanza.

La Revolución Bolivariana se sometió en diciembre de 2015 a un proceso electoral bajo presiones de toda índole. Se lanzó contra el pueblo venezolano una guerra económica, mediática y psicológica, y se utilizaron métodos desestabilizadores violentos con el empleo de agitadores a sueldo, sicarios y paramilitares. La crisis mundial y el desplome inducido de los precios del petróleo, agravaron dramáticamente la situación. El decreto imperial que califica a Venezuela como una amenaza “inusual y extraordinaria para la seguridad nacional de los Estados Unidos”, sumó un nuevo factor al clima coercitivo que ya se venía creando.

Tras los resultados electorales, se ha puesto en marcha un plan siniestro y bien elaborado que persigue el derrocamiento del gobierno del Presidente elegido legítimamente por el pueblo, Nicolás Maduro Moros, y la destrucción de cuanto tenga que ver con la obra revolucionaria, sus relevantes logros sociales y los ideales del Comandante Hugo Chávez Frías.

La Venezuela revolucionaria aplicó por primera vez la distribución de la renta petrolera en bien de las mayorías y, ante las adversidades y obstáculos más graves, se ha empeñado en mantener las políticas sociales en beneficio de los pobres. Ha emprendido audaces y muy complejas tareas para solucionar los problemas estructurales de la nación y ha logrado preservar la paz y la estabilidad. Trabaja por aglutinar las fuerzas patrióticas y bolivarianas bajo la unión cívico-militar coherente con la historia libertaria de la nación. Continúa enfrascada en la lucha sin tregua contra la corrupción y el burocratismo, el fortalecimiento de las comunas y el reconocimiento de los derechos de los pueblos originarios y afrodescendientes, y de la naturaleza.

Los integrantes de la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales “En Defensa de la Humanidad” ratificamos nuestra solidaridad con la Revolución Bolivariana. Exigimos la derogación inmediata del infame decreto del gobierno estadounidense contra Venezuela. Repudiamos el hostigamiento de la reacción y la censura para acallar la digna voz de Telesur. Rechazamos leyes como la que el pueblo ha llamado certeramente “de amnesia criminal” o “del auto perdón” para quienes con sus acciones sediciosas causaron y continúan causando muerte y dolor a muchas familias venezolanas, lo que equivaldría a legalizar la impunidad.

Para que América Latina y el Caribe pueda ser en efecto una “zona de paz”, como proclamó la CELAC, es imprescindible frenar de manera definitiva los intentos golpistas contra el gobierno bolivariano y preservar el orden constitucional. Hacemos nuestro el espíritu ecuménico, humanista e inclusivo del Congreso de la Patria.

Convocamos a una amplia movilización en defensa de la soberanía y la autodeterminación del pueblo venezolano y en apoyo a todos los gobiernos, líderes y activistas progresistas de la región, que están siendo víctimas de una verdadera cacería por la reacción interna y el Imperio. Un proceso similar al Plan Cóndor está en marcha en América Latina, cuando se recrudece la persecución a todos los que luchan por objetivos emancipadores.

La RED rechaza enérgicamente todo intento de golpe de Estado en Brasil y el uso faccioso de la justicia para criminalizar a dirigentes políticos populares, como Dilma Rousseff, Lula da Silva y Cristina Kirchner. Llamamos a concentrarse frente a las Embajadas de Brasil en el mundo, en solidaridad con el gobierno brasileño y en repudio a los intentos golpistas y la represión paramilitar contra el Movimiento de los Sin Tierra. Repudiamos el cobarde asesinato de Berta Cáceres, dirigente del pueblo Lenca de Honduras, y nos pronunciamos por la liberación de la luchadora indígena Milagro Sala, de la Argentina, y por la del independentista puertorriqueño Oscar López Rivera, quien cumple prisión desde hace 35 años. Apoyamos las demandas de justicia por el crimen de Estado contra los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Condenamos el paramilitarismo en Colombia y el asesinato de 120 militantes de Marcha Patriótica en el último año, como un serio obstáculo contra los afanes de paz de ese pueblo hermano.

La RED censura la tentativa de enlodar la autoridad política y ética del presidente de Bolivia Evo Morales, uno de sus miembros fundadores, a través de una estrategia de manipulación y mentiras. Expresa su apoyo al presidente de Ecuador Rafael Correa a quien se le ha tratado de derrocar y es hostigado de forma persistente. Condena los intentos de utilizar la delincuencia común con fines políticos para desestabilizar el gobierno de El Salvador.

Construyamos juntos una plataforma, con una agenda común, de medios de comunicación antihegemónicos, que incluya Telesur y otros canales públicos, sitios digitales, redes sociales, agencias de noticias y emisoras comunitarias. Es vital contribuir al enriquecimiento espiritual de los seres humanos a través del arte ajeno a la dictadura del mercado, y crear a escala de masas, sobre todo en las nuevas generaciones, una nueva cultura opuesta al consumismo, que contribuya a la formación de un sujeto social no manipulable, solidario y crítico, que se resista al asesinato u olvido de nuestra memoria, patrimonio identitario y conciencia histórica.

Como diría un poeta nuestro, “un pueblo que se hace fuerte a través de su lenguaje y de sus actos libres, es una amenaza para el Imperio y es el amanecer para la Humanidad”.

Caracas, 11 de abril de 2016

Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad

Los alimentos no son mercancía

Resultado de imagen para Los alimentos no son mercancíaALAI AMLATINA, 14/04/2016.- Si bien desde hace décadas, en instancias internacionales, los gobiernos han asumido compromisos para lograr un planeta que garantice una alimentación digna para todos y todas, el hambre perdura como un asunto crítico irresuelto.  En 1974, la Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Alimentación, precisamente, estableció como objetivo: “dentro de una década ningún niño se irá a dormir con hambre… ningún ser humano se verá afectado por la desnutrición”.

Hoy, alrededor de 795 millones de personas padecen hambre en el mundo.  Más de 34 millones son de América Latina y el Caribe, región que produce y exporta más alimentos en el planeta, pero también donde hay mayor desigualdad e injusta distribución de la riqueza.  Según declaraciones de José Graziano da Silva, Director General de la FAO, en la XXXIV Conferencia Regional de este organismo, realizada en México del 29 febrero al 3 marzo de 2016, se acordó “acabar con el hambre y la malnutrición en menos de diez años”.

Buenos propósitos, magros resultados.  ¿Por qué?  Por insistir en soluciones erradas, pero que benefician con creces a los grandes intereses que se mueven en este campo sobre la base, entre otros, de dos mitos: la escasez y el incremento de la producción y la eficiencia.  La realidad es que no hay falta de alimentos, pues el sector campesino está en capacidad de producir alimentos para todo el mundo, pero sí abundantes intereses mercantiles en la alimentación que se traduce en una distribución inequitativa.

En los años ’60, como “solución” se impulsa la llamada revolución verde de la agricultura que con el tiempo terminó por establecer un reparto cada vez más injusto, la pérdida de diversidad biológica y de suelos fértiles, y una creciente dependencia alimentaria supeditada al agronegocio.  Y, hoy, como relevo, se pretende dar continuidad a lo mismo a partir de una nueva revolución tecnológica: la biotecnología asociada a la ingeniería genética, impulsada por un puñado de corporaciones que busca el control monopólico del sistema alimentario global.

De hecho, desde la década de los ’90 asistimos a una nueva fase del capitalismo hegemonizada por el capital financiero y las corporaciones transnacionales[1], que pasan a controlar la producción y el comercio mundial de las principales mercancías.  Situación que repercute en cambios estructurales en la producción agrícola, debido al despliegue de un nuevo modo de producir basado en el monocultivo, con el uso extensivo de la tierra y la búsqueda de la mayor escala posible, el empleo intensivo de agrotóxicos y de la mecanización, y la imposición de semillas propietarias y transgénicas.

En esta nueva fase, se va diluyendo la distinción entre banca y empresas comerciales de materias primas, al tiempo que los bienes comunes –como la tierra, el agua, la energía, los minerales, etc.- se tornan en meras mercancías.  Y es así que la presencia de actores financieros en el sistema alimentario global ha dado pábulo para que se monte la manipulación especulativa del mercado de alimentos, porque ahora éstos se transan en las bolsas de valores internacionales.  ¿Se acuerdan de la crisis alimentaria que explotó en 2008?

Una alternativa político-estratégica

Reivindicando el principio que la alimentación es un derecho humano y no una mercancía más, el movimiento internacional Vía Campesina propone la noción de la soberanía alimentaria como alternativa político-estratégica al agronegocio y su matriz socialmente injusta; económicamente inviable; subordinada a grandes corporaciones (cuyo propósito es el incremento de sus ganancias), insustentable para el medio ambiente; y con una producción de alimentos con graves consecuencias para la salud[2].

Esta propuesta aborda cuestiones estructurales para impulsar un modelo de producción alternativo, como el uso de la tierra y el territorio, la apropiación y gestión de los recursos, la agroecología, el comercio local e internacional, el desarrollo sostenible, la acción participativa, derecho a la alimentación, etc.

Específicamente, para la Vía Campesina, la soberanía alimentaria es el derecho de la población a producir y consumir comida saludable y culturalmente adecuada, obtenida con métodos ecológicamente sostenibles; lo que solo es posible si se fortalece la agricultura campesina y sus sistemas de producción.  En tal sentido, abarca y supera el concepto de seguridad alimentaria planteada por la FAO –que hace referencia sólo a la disponibilidad y acceso a los alimentos para combatir el hambre– y el derecho a la alimentación.

Es decir, no se trata únicamente de producir una cantidad de alimentos que permita dar de comer al conjunto de la población, tal como se define la seguridad alimentaria, sino también de contemplar la calidad de esa producción, es decir, definir qué, dónde, cómo y cuánto se produce, que son las preguntas que hay que responder a través de la construcción de la soberanía alimentaria.

Por lo mismo, la soberanía alimentaria incorpora el derecho de los pueblos a definir sus propias políticas y estrategias sustentables de producción, distribución y consumo de alimentos que garanticen el derecho a la alimentación para toda la población, con base en la pequeña y mediana producción, respetando sus propias culturas y la diversidad de los modos campesinos, pesqueros e indígenas de producción agropecuaria, de comercialización y de gestión de los espacios rurales, en los cuales la mujer desempeña un papel fundamental.

Integra, igualmente, componentes multiétnicos y culturales, la gestión del territorio, la prioridad a la alimentación de la población local y de los sectores más vulnerables, la reforma agraria, la agroecología, comida sana, la protección de las semillas criollas, políticas de distribución de alimentos no sometidas a las exigencias del mercado, rescate de saberes tradicionales, capacitación, y mucho más.

Principios clave

La soberanía alimentaria, en síntesis[3], se expresa en los siguientes principios:

Los alimentos no son mercancía; deben ser suficientes, nutritivos y culturalmente adecuados para los pueblos y las comunidades.

• Los/as productores/as de alimentos, mujeres, hombres, pequeños agricultores, pueblos indígenas, pescadores artesanales, habitantes de los bosques y trabajadores/as agrícolas, deben ser revalorizados/ as por ser actores y actrices claves para su construcción; no deben ser subestimados por políticas ni programas que los/as colocan sólo como destinatarios/as de políticas asistencialistas.

• Quienes producen y consumen alimentos deben ser el centro de la toma de decisiones sobre las cuestiones alimentarias, rechazando los acuerdos y prácticas que otorgan poder a las corporaciones transnacionales para decidir sobre nuestra alimentación.

• La producción de los alimentos debe ser localizada para evitar enormes desplazamientos hasta llegar a los/as consumidores/as y el control del sistema alimentario debe ser local. Los/as productores/ as y la propia comunidad tienen que tener el control sobre el territorio, las semillas y demás bienes comunes, con el propósito de evitar su privatización y preservar la biodiversidad.

• La soberanía alimentaria recupera las habilidades y los conocimientos tradicionales del campesinado y las comunidades indígenas, favoreciendo su transmisión a las generaciones futuras.

• El sistema alimentario debe interactuar con la naturaleza, respetando sus ciclos, para lo cual son necesarios métodos de producción agroecológica que maximizan las funciones beneficiosas de los ecosistemas. Esta característica implica un claro rechazo a los monocultivos, las explotaciones ganaderas de factoría y la industrialización a gran escala.

Las organizaciones del campo identifican, a la vez, diversos factores que limitan el avance en la práctica de este modelo alternativo.  Éstos incluyen, entre otros, las distancias entre producción y consumo, en las ciudades, junto a la cultura consumista centrada en los centros comerciales y los supermercados.  Además, los sectores sociales urbanos de bajos ingresos no siempre están en posibilidad de permitirse pensar en una buena alimentación, cuando lo primordial es llenar el estómago, y al menor costo.

Mientras las experiencias de construcción de la soberanía alimentaria han avanzado principalmente en comunidades locales u organizaciones sociales, en la mayoría de casos aún no se han desarrollado suficientes estrategias específicas, instrumentos jurídicos ni infraestructura que permitan pensarla a niveles geográficos más amplios, provinciales o nacionales.

Por ello, la soberanía alimentaria implica considerar a la alimentación no como una cuestión personal y dependiente del poder adquisitivo, sino como un sistema alimentario que implica un proceso complejo que abarca la producción, el transporte, la comercialización, el consumo, las políticas económicas, sociales y científicas y las acciones de los movimientos sociales y de consumidores, que hacen que el alimento sea considerado un derecho.

Desde hace más de dos décadas, la Vía Campesina y otras entidades aliadas han venido desarrollando este concepto desde la teoría y la práctica, a nivel mundial, proceso que se ha plasmado en una serie de planteamientos y posiciones de consenso que se han venido afinando y que se ve reflejado en los acuerdos sucesivos de una serie de eventos internacionales.

Un logro importante en el escenario internacional es que se ha colocado el tema de la soberanía alimentaria en las Naciones Unidas e incluso en las constituciones y políticas públicas de algunos países.  Sin embargo, como suele suceder en tales casos, el sentido mismo del término “soberanía alimentaria” está en disputa, en vista de que las instituciones que lo adoptan luego pueden tratar de vaciar el contenido político, como está sucediendo en la FAO, cuando se lo pretende equiparar al concepto de agricultura familiar.


- Texto introductorio de la edición de abril 2016 de la revista América Latina en Movimiento (No. 512) de ALAI, titulada “Por los caminos de la soberanía alimentaria”.  http://www.alainet.org/es/revistas/512



[1] João Pedro Stedile y Osvaldo León, Reforma Agraria Popular: “Una alternativa al modelo del capital”, En el año de la agricultura familiar: Políticas y alternativas en el agro, Revista América Latina en Movimiento Nº 496, ALAI, junio 2014.
[2] Basta constatar las cifras de la población afectada por la desnutrición, por un lado, y las referidas a quienes crecientemente padecen obesidad, por otro; y bien se puede añadir también las que dan cuenta del desperdicio de alimentos.  Según la FAO, con los alimentos que se pierden en la región se podría alimentar al 37% de quienes sufren hambre.
[3] Patricia Agosto y Marielle PalauHacia la construcción de la Soberanía Alimentaria. Desafíos y experiencias de Paraguay y Argentina, Asunción, BASE-IS, Equipo de Educación Popular Pañuelos en Rebeldía, CIFMSL, diciembre 2015.