Oscar Ugarteche, Jorge Arturo Luna
ALAI AMLATINA.-
El Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) es el
tratado comercial plurilateral más grande (12 países miembros) desde el
Tratado de Ottawa de Cooperación Imperial de 1932 (58 estados miembros)
por el que se fortalecía el Imperio Británico y
se consolidaba la zona monetaria de la libra esterlina. El TPP,
incluye a Estados Unidos, Australia, Brunéi, Canadá, Chile, Japón,
Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam, quienes
en total suman cerca del 40% de la economía global. De esto, Japón y Norte América suman las cuatro quintas partes.
No es el tamaño del acuerdo ni su concentración lo
que sorprende, sino la forma en la que se han llevado a cabo las
negociaciones y los alcances que podría tener. En general si hay algo
que esconder es una mala señal en los tiempos
de la transparencia. En términos comerciales de bienes no ofrece nada
nuevo y poco adicional dado que existen TLC entre casi todos los 12
países miembros y entre éstos y Estados Unidos con pocas excepciones
como Australia y Nueva Zelandia. En esto es análogo
al Tratado de Ottawa de 1932, siendo Gran Bretaña el centro del acuerdo
de la época y sin excepciones.
Evocando el acuerdo de 1932 dice Obama en el
Washington Post “El mundo ha cambiado.
Las reglas cambian con él. Los Estados Unidos y no China, debería de
escribirlas.” Obama enterró el multilateralismo
de la OMC con esa frase y está listo a que Estados Unidos de manera
unilateral defina las reglas. Quizás como el acuerdo de 1932 deba ser
bautizado como un “acuerdo imperial”. De todos modos es un acuerdo que
señala al debilitamiento del multilateralismo.
La manera de las negociaciones quizás señala hacia la privatización de
la gobernanza global. No se negocia como un acuerdo público sino como
acuerdos privados.
Desde su creación las negociaciones se llevaron a
cabo en secreto y ahora que poco a poco va saliendo a la luz puede
observarse distintos ángulos que dicho tratado trae consigo.
Los derechos de propiedad intelectual, las
patentes de medicinas, la posibilidad de que las empresas demanden a los
gobiernos, así como menores requisitos a las normas de origen, son
temas que generan mucha inquietud. Igualmente merecen
atención los capítulos 9 y 11 sobre inversiones y servicios
financieros.
Médicos sin Fronteras alertó que el TPP extenderá el
periodo de vigencia de las patentes más allá de los 20 años previstos
actualmente, con lo que se retrasa o bloquea la disponibilidad de
medicamentos genéricos. Los altos precios
de los medicamentos de marca los mantendrán inalcanzables para las
personas más pobres y con eso la calidad de la salud de las personas en
las economías menos prosperas de la región no verá mejora a pesar de
existir retrovirales, medicinas para el corazón
y tratamientos de cáncer, por nombrar algunos que están con las
patentes por vencer. En el Perú, el presupuesto de salud para el
programa de retrovirales dobló entre el 2010 y 2015 pero la cobertura se
redujo a la mitad. Hay tres muertos al día de SIDA, una
enfermedad que ya no es letal si es tratada correctamente. Habría que
ver si la relación es directa entre esto y el ingreso del Perú al TLCAN o
si es efecto de la intervención de la iglesia católica en el Ministerio
de Salud.
El endurecimiento en los temas de propiedad
intelectual afecta además el acceso a música, películas, libros y
materiales y hace que el conocimiento en general se mantenga mucho más
difícil y costoso, dificultando así el desarrollo
de las economías emergentes.
El
TPP también pone en riesgo la soberanía de los países. Un documento
revelado por WikiLeaks hace unos años muestra que el TPP permitirá a las
grandes empresas demandar a los gobiernos
y solicitar millonarias indemnizaciones a cuenta de los contribuyentes
cuando sus intereses o ganancias se vean afectados por regulaciones
internas. Esto lo está trabajando Gutiérrez Haces en detalle para el
conjunto de países con BITs, acuerdos bilaterales
de inversión, por sus siglas en inglés en el marco del CIADI.
Según
Gutiérrez Haces, en el CIADI las empresas pueden demandar a los
gobiernos ante paneles de arbitraje integrados por abogados corporativos
que eviten los tribunales nacionales
y que anulen la voluntad de los Parlamentos en caso de no conseguir lo
que quieren. Los juicios en el CIADI pueden ser incluso por ganancias
esperadas no logradas. Es decir, si se anticipa 12% de rentabilidad de
una inversión minera pero se incrementa el canon,
por ejemplo: entonces la empresa enjuicia para que el Estado le
restituya lo pagado. Con esto se destruiría por completo la legislación y
los derechos fundamentales de los Estados democráticos que entrarán en
riesgo más allá de los acuerdos de estabilidad
fiscal de inversión inicial.
En
cuestiones laborales, el TTP obliga a los estados miembros a modificar
sus legislaciones laborales, para garantizar una mayor explotación de la
fuerza de trabajo; esto no sólo
tiene consecuencias para los países económicamente dependientes,
también para la clase obrera norteamericana, que tendrá como presión el
traslado de sus fuentes de empleo a otros países, y con ello la
disminución de sus respectivos salarios y la pérdida de
empleos. El beneficio para los otros once es la generación de empleo
que ahora carece de derechos tras las reformas laborales que disolvieron
los sindicatos, al menos en América Latina. Los sindicatos que
sobreviven son los protegidos por partidos de gobierno.
El tratado también establece menores requisitos en
las reglas de origen en la industria automotriz, un sector muy
importante para naciones como México. Esto lo convierte en una atracción
para Argentina cuyo socio automotriz es Brasil.
De este modo Argentina pide ingresar a la Alianza del Pacifico (AdelP)
como observador camino al TPP. Por eso está un país del Atlántico
buscando entrar en la AdelP.
Los países Latinoamericanos que son parte del tratado
pueden esperar poco dinamismo en sus exportaciones, Perú, México y
Chile, ya son hoy en día socios de muchos de los miembros. Colombia, que
tiene industria, banca y burguesía
nacional no se suma al TPP. La burguesía compradora, como fue bautizada
hace varias décadas por Amílcar Cabral en referencia a África, no lo
hace. El problema para estos últimos es que no tienen mucha alternativa:
venden materias primas o mano de obra barata.
Son inversionistas financieros en el mejor de los casos.
Los países firmantes del TPP tienen grandes
diferencias entre sí. Por ejemplo, mientras un australiano tiene un
ingreso medio de 60 mil dólares anuales, un vietnamita gana 2 mil
dólares. En cuanto a ingreso per cápita, del grupo
de países firmantes, México sólo supera a Vietnam y Perú. La
desigualdad entre los países que conforman el TPP nos hace pensar
quienes serán los ganadores y quienes los perdedores. Lo que separa a
los países desarrollados de los países en desarrollo es una
brecha en el conocimiento, y el TPP hará que esa brecha sea más difícil
de cerrar.
El TPP representa asimismo una maniobra geopolítica
encabezada por Estados Unidos para influir en la Cuenca del Pacifico que
ha sido dominada por China en los últimos años. Al mismo tiempo busca
destruir aquellas integraciones regionales
suramericanas que dejen fuera a Estados Unidos, tal es el caso del
MERCOSUR en Suramérica.
En
ese sentido, Mauricio Macri, presidente de Argentina, ha dejado en
claro en repetidas ocasiones que buscará ser parte del TPP.
Por otro lado, China ha puesto en marcha su propia
versión del TTP, el llamado Acuerdo de Asociación Económica Integral
Regional (RCEP, su sigla en inglés) que cubrirá un mercado de 3.400
millones de personas y estará compuesto por
los diez países que integran la Asociación de Naciones del Sudeste
Asiático (Asean), es decir Malasia, Indonesia, Brunei, Vietnam, Camboya,
Laos, Myanmar, Singapur, Tailandia y Filipinas, además de seis países
con los que la Asean mantiene tratados de libre
comercio: Australia, China, India, Japón, Corea del Sur y Nueva
Zelandia. La ventaja del RCEP con respecto al TPP es que contara con
reglas menos estrictas, lo cual podría hacerlo más atractivo para los
países en desarrollo. El comercio intra RCEP se hará
en yuanes.
A pesar de todo el misterio detrás del TPP, las
intenciones están claras, se sabe quiénes serán los beneficiados y
quienes los afectados, de nuevo son las grandes corporaciones las que se
llevaran la mejor parte, dando como resultado
una mayor concentración del capital que se suma a los argumentos ya
conocidos de
Anthony B. Atkinson, Thomas Piketty, and Emmanuel Saez.
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Oscar Ugarteche, Instituto de Investigaciones Económicas UNAM, SNI/Conacyt. Coordinador del Observatorio Económico de América Latina,
www.Obela.org. Ex presidente y Miembro del Consejo Directivo de ALAI
-
Jorge Arturo Luna es colaborador de Obela.
Referencias
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