Emir Sader
ALAI AMLATINA, 13/05/2016.- El ministro
de economía de Argentina, Alfonso Prat-Gay, ha declarado que los
cambios políticos en Brasil son “una buena oportunidad para refundar el
Mercosur”. La coincidencia de
gobiernos que plantean el restablecimiento del modelo neoliberal, con
su política de apertura de los mercados y reacercamiento con los países
del Norte, especialmente con los EEUU, posibilitaron promover el
desmonte de los procesos de integración regional.
Esos procesos han tenido un momento decisivo cuando
EEUU y Brasil estaban listos para concluir el proyecto del ALCA, que
transformaría al continente en una inmensa área de libre comercio,
comandada por la economía norteamericana.
Sería la extensión hacia toda la región de lo que se estaba poniendo en
práctica en México. (Los balances de los 20 años del Tratado entre
EEUU, Canadá y México han revelado ser altamente negativos para este
último. Era lo que nos aguardaba.)
La victoria de Lula en 2002 ha permitido que Brasil
rompiera con ese proyecto, bajo la dirección de Celso Amorim en la
política externa brasileña y abriera el camino hacia el fortalecimiento
de los procesos de integración existentes
y hacia la construcción de otros espacios de integración. Fue así que
del fortalecimiento del Mercosur se avanzó hacia la fundación de Unasur,
con su Consejo Suramericano de Defensa, el Banco del Sur, entre otros
organismos, y que desembocara en la Celac,
que cerraba definitivamente con la vigencia de la Doctrina Monroe, para
que América Latina y el Caribe tuvieran finalmente un organismo propio
de integración, separada de la OEA, donde la presencia de EEUU y Canadá
descaracterizaban esa integración.
Nunca EEUU habían estado tan aislados en el
continente como han estado hasta aquí en este siglo. Al mismo tiempo,
América Latina había cambiado su inserción internacional, especialmente
los países que han empezado a salir del modelo
neoliberal. La prioridad de esos países pasó a ser la integración
regional y el intercambio Sur-Sur y no los Tratados de Libre Comercio
con los EEUU.
Esa nueva inserción ha permitido una integración más
grande entre nuestras economías, a la vez que nos permitió resistir en
mejores condiciones a los impactos de la prolongada y profunda crisis
recesiva internacional.
El intercambio regional, la intensificación del
comercio con China y la extensión y profundización del mercado interno
de consumo popular fueron claves en esa resistencia a la recesión, que
en otras condiciones nos habría llevado
a la peor recesión de nuestra historia.
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