lunes, 27 de octubre de 2014

El clímax de la guerra



Héctor Tenorio
     El conflicto armado ha entrado en un momento clave, cimbra a todos porque es la acumulación de la barbarie resumida en una escena que es imposible de analizar de manera aislada y sólo encuentra sentido en el contexto de una sociedad que coadyuvó con su indiferencia para que los partidos políticos y el narcotráfico se convirtieran en sus verdugos. Así debe entenderse el asesinato de seis personas, incluidos tres normalistas, además de la desaparición de 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, desde el pasado 26 y 27 de septiembre, los persiguieron y atacaron narco policías municipales de Iguala, vinculados al grupo criminal Guerreros Unidos. En nada alivia el  hallazgo de 28 cuerpos en las fosas del punto conocido como Pueblo Viejo, algunos cuerpos, podrían ser de los desaparecidos, aunque los familiares se niegan a aceptar cualquier información oficial.
    En el centro del huracán está el edil prófugo José Luis Abarca Velázquez que habría sido denunciado desde hace tiempo por sus vínculos con el narcotráfico, las autoridades federales y estatales no movieron un dedo. Según la declaración de un par de sicarios los estudiantes fueron ejecutados por órdenes del crimen organizado. Hay versiones que involucran a los militares, no queda claro cual es el objetivo de aterrorizar a la sociedad que esta vez sale a las calles, la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM), apoyados por padres de familia, tomaron dos emisoras de radio y en la Procuraduría del estado colocaron cientos de fotografías de los desaparecidos, mientras 300 integrantes de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (Upoeg) se unen al esfuerzo de seguir buscándolos, las acciones continuarán radicalizándose.
     La clase política se rasga las vestiduras, los senadores pedirán que se castigue tanto a los autores materiales e intelectuales, como a las autoridades, que por acción o por omisión sean responsables de está tragedia. Tardíamente la Gendarmería, el ejército, la Policía Federal trasladan a 114 policías municipales de más 400 elementos para su certificación al estado de Tlaxcala donde estarán unos 45 días. Cabe recordar que 22 policías municipales  fueron detenidos por su participación en los hechos violentos.
     El gobierno federal intenta llegar hasta las últimas consecuencias, pero casi nada puede hacer para desenredar la maraña de complicidades, su ineficacia queda en evidencia. En Europa se dan cuenta que México no es un lugar seguro para invertir, ni tampoco para pasear, Estados Unidos y la  Organización de Estados Americanos (OEA), exigen que se esclarezca el caso.
     El  todavía gobernador de Guerrero Ángel Aguirre Rivero, por dignidad debería renunciar, dice estar listo para hacerlo o afrontar que la Cámara de Diputado realice un juicio de procedencia en su contra y posteriormente el Senado de la República se convierta en un tribunal de sentencia. Sólo el Partido de la Revolución Democrática (PRD) se niega a reconocer la ingobernabilidad en la entidad. De manera desesperada realizan el recuento de los daños, el dilema es cómo defender a Aguirre Rivero sin parecer cínicos, misión imposible. Nueva Izquierda  (NI) queda atrapada en su mezquindad, ellos le vendieron la concesión del Sol Azteca al mandatario, exiliando a la izquierda guerrerense. En estas condiciones se esfuma el sueño del senador de la República Armando Ríos Piter de ser gobernador. Ahora el Partido Revolucionario Institucional (PRI) o el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) podrían aprovechar la coyuntura.



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