Adalid Contreras BaspineiroALAI AMLATINA, 20/10/2014.- Los bolivianos residentes en Ecuador
pudimos, por primera vez, ejercer nuestro derecho al voto fuera de
las fronteras de nuestro país. Acompañé el conteo de los votos en la
sede de nuestra Embajada en Quito, y la experiencia, más allá de los
resultados, me reinstaló en las inolvidables jornadas electorales en
Bolivia, donde los momentos del conteo suelen ser tan concurridos
como los de la votación. Ubicadas codo a codo, las mesas electorales
se arman de un pizarrón o un papelógrafo de fondo donde se registran
uno a uno los resultados de cada papeleta de la manera más
transparente y participativa. La lectura en voz alta del vocal y la
validación del presidente de mesa se acompañan de un coro de
ilusiones o desilusiones, voceando cada voto y cada cifra, hasta que
una ovación saluda el triunfo de los ganadores y la jornada de todos
los ciudadanos. Algo parecido (re)vivimos en el festivo y cívico
domingo 12 en nuestra Embajada.
Horas más tarde de ese domingo 12, con la expectativa incrementada
que produce la distancia, seguimos los acontecimientos saltando
nuestra búsqueda televisiva entre Telesur y la CNN. Esta experiencia
de zapping ratificó la certeza que los medios construyen sus propias
realidades desde sus propias opiniones y las de los opinadores que
entrevistan. Eran dos hablando de un mismo proceso, pero parecían
dos hablando de mundos distintos. Entre las idas y venidas de uno a
otro canal, minutos antes de la hora convenida para la divulgación
de los resultados obtenidos a boca de urna, la CNN anunció la
primicia: “Resultados a nivel nacional: El MAS de Evo Morales 49%,
UD de Samuel Doria Medina 38%...”. No sé si luego en este canal se
aclaró que estos datos correspondían al departamento de Santa Cruz y
me imagino que se disculparon por el desliz tan propio de los
estilos sensacionalistas.
Hacia la medianoche nos concentramos, con preocupación y decepción, en la vana espera de los prometidos datos oficiales que nunca llegaron. No sólo por el cambio conceptual del Estado Plurinacional a Estado Plurinominal, ni tan sólo por la promesa incumplida de la información oportuna, sino también por las observaciones de la OEA y de ex vocales de la Corte Electoral, así como el descontento ciudadano y de la totalidad de partidos que participaron en la contienda, desde la distancia asumimos que una jornada histórica como la vivida no se merecía los errores técnicos, administrativos y políticos del Tribunal Supremo Electoral. Nada debería empañar la voluntad popular expresada en las urnas.
Resultados electorales: sin sorpresas, pero con novedades
Nos basamos en los cómputos oficiales del Tribunal Supremo Electoral, que al 18 de octubre publicó los resultados del 99,09% de las actas computadas, con estos resultados: El Movimiento Al Socialismo (MAS), liderado por el presidente Evo Morales, obtiene una victoria en primera vuelta con el 61,04% de los votos. Unidad Demócrata (UD), de Samuel Doria Medina obtiene el segundo lugar con el 24,49%, seguido por el Partido Demócrata Cristiano (PDC) liderado por Jorge Quiroga con 9,07%, el Movimiento Sin Miedo (MSM) de Juan del Granado con 2,72% y el Partido Verde de Bolivia (PVB) de Fernando Vargas con 2,69%. Los votos válidos, según el TSE, suman el 94,19%, los votos en blanco 2,01% y los nulos 3,80%. El MSM y PVB, cuya magra votación se coloca incluso por debajo de los nulos, si no alcanzan al menos el 3% de los votos perderían sus personerías jurídicas.
Más allá de los números, estos porcentajes encierran tendencias que es necesario analizarlas para desentrañar la dinámica del proceso democrático explicable a través de las elecciones. De manera indicativa, para facilitar este ejercicio, vamos a separar dos grandes grupos: el gobierno y la oposición.
A nivel de gobierno, es decir la situación del MAS-IPSP, se observa en primer lugar que en relación al 2009 decrece en aproximadamente 3 puntos; pero sin embargo su poder político crece en extensión y en profundidad. Este crecimiento paradójico se explica en estos factores relacionados:
El MAS-IPSP rompe el poder de las oligarquías y de la derecha tradicionalmente enquistados en la denominada “media luna” que comprende los departamentos de Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija. En las elecciones del 2009, había logrado ya ganar en Tarija y avanzar porcentualmente en los otros departamentos que, un año antes, el 2008, propiciaron un golpe “cívico-prefectural”, enarbolando las banderas de la autonomía cuando no de la independencia. Este 2014, reflejando la nueva distribución de poder, que representa una histórica transformación, Evo Morales gana en Santa Cruz, en Pando y en Tarija y queda segundo en el Beni sin embargo con un notable crecimiento que lo coloca muy cerca del primero donde gana la UD de Samuel Doria Medina de donde es oriundo Ernesto Suárez, su candidato a Vicepresidente.
Esta expansión que le concede al MAS el triunfo en 8 de los 9 departamentos, le permite crecer en el número de Senadores y Diputados, lo que podría provocar que alcance los dos tercios en el Congreso, con lo que garantizaría que para la aprobación de medidas legislativas no requeriría acudir a alianzas, sino a encaminar a la oposición a una tarea propositiva para profundizar los cambios que propone en democracia.
El elemento de fondo que explica esta expansión, radica en el hecho que en Bolivia se ha instalado un nuevo Bloque Histórico de Poder que trastoca la tradicional estructura semicapitalista que sostenía a las élites de la agroindustria, de la minería, de la ganadería, de un empresariado rentista de Estados prebendalistas y de una burocracia y ejército funcionales a sus intereses. El punto de bifurcación es la Constitución del Estado Plurinacional que establece un nuevo Bloque de Poder constituido por una coalición popular conformada por organizaciones sociales y una nueva intelectualidad; en torno a ellos un nuevo ejército y policía, y un empresariado con responsabilidad social y ambiental, diseñan una nueva correlación de fuerzas.
El Estado Plurinacional obedece a un cambio de paradigma con la vigencia del Suma Qamaña (Vivir Bien), que privilegia la vida en comunidad mediante el retorno al camino de la armonía y un sistema estatista-comunitarista que encamina importantes nacionalizaciones, así como políticas soberanas e integracionistas. El desarrollo de un Estado en transición visibiliza un cambio simbólico basado en la inclusión de una bolivianidad diversa, descentralizada y descolonizada; además de un cambio constitucional basado en la vigencia de los derechos humanos y de la naturaleza promoviendo la participación social.
Por el lado de la oposición, se destacan las siguientes tendencias:
La derecha decrece también unos puntos que la consagran en un promedio del 33% del electorado sin preferencias regionales claras. Es una derecha que tiene un corrimiento de la extrema al centro. Si recordamos las anteriores elecciones, el porcentaje entre uno y otro era proporcionalmente diferente al actual. Samuel Doria Medina oscilaba entre un 5 y un 7% de la preferencia y Tuto Quiroga y Manfred Reyes Villa entre un 28 y 26%. Ahora el PDC de Jorge Quiroga desciende al 9% y la UD de Doria Medina sube al 24%.
¿Qué explica este corrimiento? En gran medida, que los programas de gobierno de la oposición giraron en torno al del MAS, sin lograr plantear nada por fuera de la necesidad de la profundización, de la celeridad, de la eficiencia o de la mayor amplitud de las políticas de gobierno. Doria Medina supo explotar bien en su espacio esta posición intermedia, pero no logró dejar de ser oscilante cuando en el fragor de la campaña se sumó a los globos de ensayo que lanzaba don Jorge Quiroga, develando más una aspiración de restauración conservadora que de programa de gobierno. Un pasaje de coincidencias se produce cuando Doria Medina, replicando a Quiroga, propone devolverle a las empresas multinacionales hasta el 50% de regalías, siendo que la nacionalización propiciada por Evo Morales las dejó en un 20% de un anterior 80%. Acaso este planteamiento sea el único que señalaba atisbos de un nuevo orden social, o de una transformación estructural del sistema estatal y que podía haber definido una oposición con proyectos comunes a una derecha que en Bolivia ha sido minimizada.
Samuel Doria Medina sube 18 puntos en relación a su anterior votación. Para su propia historia partidista es un porcentaje importante porque como ya lo dijimos, cataliza los votos que antes los detentaba la extrema derecha. Con esta votación logra colocarse en una situación expectante para nuevos procesos electorales regionales y municipales, que sin duda será el ámbito en el que la oposición intente reconstruirse. Para su incidencia en la profundización de las políticas estatales, o un pretendido rol fiscalizador, su participación tendrá que reconvertirse de contestaría en propositiva.
Si logra superar el 3% y no se elimina del padrón electoral, el Partido Verde liderado por Fernando Vargas, podría encaminar las aspiraciones de la opción ecologista que en sus extremos no encuentra asidero en las políticas estatales. Sorprende la baja votación del MSM, que ganó holgadamente la Alcaldía de La Paz donde tiene un buen desempeño. El candidato, Juan del Granado, es un reconocido ex Alcalde y abogado que enjuició al dictador García Mesa. Acaso la frustración de esta tendencia electoral esté relacionada con el hecho que las elecciones regionales y municipales son un síntoma, pero no un indicador de las elecciones presidenciales. Los criterios de la elección ciudadana, en procesos de cambio que están encaminando otros destinos estratégicos más allá de los cotidianos, son distintos.
¿Cómo se explica el amplio triunfo del MAS-IPSP?
La explicación al contundente triunfo del MAS-IPSP hay que buscarlo más allá del proceso y más aún de una funcional campaña electoral. El resultado de las elecciones es el resultado de una evaluación de los nueve años de gestión del binomio Evo Morales Ayma y Álvaro García Linera y de las posibilidades de profundización de la revolución democrática y cultural. Esta la clara victoria desmiente las corrientes que afirman un desgaste natural de los procesos largos, cuando en realidad los desgastes son producto de los resultados y naturalmente, de los criterios cada vez más críticos y exigentes a medida que pasan los años de gestión gubernamental, en la medida que las expectativas ciudadanas van ganando también en profundidad y alcance.
Entre las razones más visibles para la victoria del MAS-IPSP están la hegemonía de un nuevo bloque de poder conformado por las organizaciones sociales; el buen manejo de la bonanza económica; el carácter social del manejo de la economía; la ampliación de la participación en las políticas públicas; y la propuesta programática de largo alcance.
Ya mencionamos que la transformación del bloque de poder cuenta con la participación militante de las mayorías ciudadanas organizadas en movimientos sociales, conformando un bloque popular que instaura un gobierno de los movimientos sociales. Ciertamente, el MAS no es un partido en sentido estricto, sino una gran coalición de una diversidad de organizaciones que se aglutinan en la Coordinadora Nacional de Movimientos Sociales para el Cambio (CONALCAM), que ejerce un sui generis sistema de cogobierno y control político-social.
Evo Morales Ayma, que proviene de estos sectores y sigue perteneciendo a ellos, con acierto desarrolla su mecanismo gubernamental bajo la consigna de “mandar obedeciendo”, que en realidad se diseña en una permanente relación de escucha con las organizaciones sociales en sus propios territorios, para definir desde allá políticas sectoriales y nacionales.
La adecuada gestión de la bonanza económica se basa en la nacionalización de los recursos, la redistribución del ingreso con creciente participación del Estado en la economía y un marco institucional que favorece la remuneración al trabajo articulados a la recuperación de la capacidad para decidir soberanamente políticas públicas en un marco de estabilidad política.
En la gestión del MAS se alcanzan significativos logros económicos. Para muchos analistas esto es producto de las características del mercado internacional y los altos precios para las materias primas. Esto es en parte cierto, digamos como contexto favorable, porque la clave para el crecimiento económico se encuentra en las características de las políticas internas, particularmente la nacionalización de los hidrocarburos. Hasta el año 2005 el reparto de la renta gasífera y petrolera dejaba en manos de las transnacionales el 82 % de lo producido mientras que el Estado captaba apenas el 18 % restante, con Evo Morales esa relación se invierte y posibilita de este modo que el PIB pase de 9.525 millones de dólares en 2005 a 30.381 en 2013, o que el PIB per Cápita salte de 1.010 a 2.757 dólares entre esos mismos años. En el período de los gobiernos neoliberales las cuentas fiscales estaban sometidas a un déficit crónico en tanto el superávit para el 2013 es de 14.430 millones de dólares en reservas internacionales; este mismo año se constata un incremento del gasto fiscal en 26% y una disminución significativa del discrecional gasto corriente; en tanto se mantiene la inflación en un dígito (6,11)
Con estas medidas y logros Bolivia se genera no solamente un crecimiento con complementariedad, sino que también se construye un colchón que le permitirá afrontar nuevos y mayores desafíos que no dependan solamente de los precios favorables de las materias primas, porque el manejo del mercado internacional tiende a empujar a la reprimarización de la economía, en tanto Bolivia, a contracorriente, se ha propuesto cambiar la matriz productiva impulsando procesos de industrialización y sustitución con desarrollo tecnológico endógeno. Acometer un desafío de esta naturaleza en Bolivia supuso desarrollar un modelo económico social comunitario y productivo que promueve la superación de la economía de mercado, así como del saqueo de los recursos naturales.
Así mismo, el modelo estatal impulsa un desarrollo equilibrado con estabilidad política y crecimiento económico basados en las nacionalizaciones y diversificación productiva, donde la recuperación de un rol protagónico del Estado en la economía marca los procedimientos para el manejo de la reactivación de la demanda interna; un incremento en los ingresos; la generación de empleos; el incentivo del ahorro y la diversificación económica potenciando áreas estratégicas como energía, producción industrial, artesanal, alimentaria, conocimiento; y la industrialización y promoción de la MIPYMES, de las empresas estatales y de las privadas, incrementando las exportaciones de productos con valor agregado que se promueven con un incentivo al desarrollo tecnológico.
Otro factor que juega a favor del favoritismo electoral por el MAS-IPSP, es el desarrollo de una economía con carácter social basada en el incremento de la inversión pública de 600 millones a 6 mil millones de dólares y de la inversión social en 500%. Esta base se complementa con la redistribución equitativa de la riqueza con resultados en la reducción de la pobreza desde un 38% en el 2005 hasta un 20% el 2014; así como la reducción de la desigualdad que el año 2005 estaba en 128 veces entre el sector más rico y el más pobre, bajando 46 veces en el 2014. Por otra parte, el desempleo urbano se reduce del 8 al 3%; el salario básico sube de 63 á 169 dólares mensuales; Bolivia es declarada país libre de analfabetismo en el 2008; la ampliación de servicios básicos y de salud es significativa y el ingreso per cápita anual sube de 1735 a 2800 dólares.
En relación a la ampliación de la participación, ésta es en realidad una condición para la autotransformación nacional en democracia, puesto que ésta debe perfeccionar procesualmente su representación desde la complejidad institucional y comunitaria de las diversidades regionales e indígenas, propugnando la unidad nacional y la construcción de una ciudadanía intercultural. En este camino, el MAS-IPSP debe progresivamente construir alianzas cada vez más amplias. Entre éstas, se debe destacar el acercamiento al empresariado nacional y a actores importantes de la dirigencia regional ampliando su círculo de adhesiones políticas. En definitiva, para las elecciones del 2014 el MAS-IPSP es un esquema que se presenta abierto a la confluencia de electores más heterogéneos y diversos territorial e ideológicamente.
Finalmente, otra razón que explica la contundente y amplia victoria del MAS-IPSP, es su proyección programática y estratégica con una propuesta al 2025 (año del Bicentenario de la Independencia), superando de lejos –a diferencia de los otros partidos- el cumplimiento de un programa electoral para el 2014.
En efecto, la estrategia programática del MAS responde al dinamismo histórico del proceso de cambio que sigue una línea incremental en los alcances, densidad y profundidad de sus propuestas. Sólo de modo indicativo, señalemos entre otras metas al 2025: la reducción de la extrema pobreza al 2% y de la pobreza al 15%; la industrialización de los recursos naturales superando el extractivismo en gas, minerales, litio y alimentos; la universalización de los servicios básicos y de infraestructura; la concreción de una economía del conocimiento, la ciencia y la tecnología; la profundización de la agenda del Vivir Bien o de desarrollo armónico con respeto a la Madre Tierra; la conversión de Bolivia como potencia continental energética; y la consolidación de la integración continental en función del Vivir Bien de los pueblos y la paz continental.
De aquí para adelante
Un nuevo contexto internacional atenta contra la prosperidad y nuevas fuerzas regresivas aspiran a una restauración conservadora de las fuerzas del capitalismo. La economía mundial quisiera eternizar nuestro continente en procesos de reprimarización de la economía. Los precios de los minerales están de bajada, así como los del gas y el petróleo. Y Obama anuncia un plan para promover la formación de nuevas organizaciones.
Se trata de un contexto en el que el gobierno del MAS-IPSP tiene que seguir profundizando el proceso de cambio, haciéndolo sostenible, pero atendiendo al mismo tiempo las demandas que empezarán a surgir de los sectores más afectados por el nuevo entorno económico mundial. Bolivia está en mejores condiciones para afrontar estos contextos adversos. Hasta ahora, el proceso de cambio se evalúa comparativamente en relación al pasado neoliberal. A partir de ahora tendrá que aprender a mirarse más en sus propias metas, con resultados en un contexto que requiere como condiciones para su profundización mayor celeridad y la ampliación de la unidad y de la participación nacional, con la misma energía que el fortalecimiento de los esquemas de integración continental. Bolivia está en camino.
Hacia la medianoche nos concentramos, con preocupación y decepción, en la vana espera de los prometidos datos oficiales que nunca llegaron. No sólo por el cambio conceptual del Estado Plurinacional a Estado Plurinominal, ni tan sólo por la promesa incumplida de la información oportuna, sino también por las observaciones de la OEA y de ex vocales de la Corte Electoral, así como el descontento ciudadano y de la totalidad de partidos que participaron en la contienda, desde la distancia asumimos que una jornada histórica como la vivida no se merecía los errores técnicos, administrativos y políticos del Tribunal Supremo Electoral. Nada debería empañar la voluntad popular expresada en las urnas.
Resultados electorales: sin sorpresas, pero con novedades
Nos basamos en los cómputos oficiales del Tribunal Supremo Electoral, que al 18 de octubre publicó los resultados del 99,09% de las actas computadas, con estos resultados: El Movimiento Al Socialismo (MAS), liderado por el presidente Evo Morales, obtiene una victoria en primera vuelta con el 61,04% de los votos. Unidad Demócrata (UD), de Samuel Doria Medina obtiene el segundo lugar con el 24,49%, seguido por el Partido Demócrata Cristiano (PDC) liderado por Jorge Quiroga con 9,07%, el Movimiento Sin Miedo (MSM) de Juan del Granado con 2,72% y el Partido Verde de Bolivia (PVB) de Fernando Vargas con 2,69%. Los votos válidos, según el TSE, suman el 94,19%, los votos en blanco 2,01% y los nulos 3,80%. El MSM y PVB, cuya magra votación se coloca incluso por debajo de los nulos, si no alcanzan al menos el 3% de los votos perderían sus personerías jurídicas.
Más allá de los números, estos porcentajes encierran tendencias que es necesario analizarlas para desentrañar la dinámica del proceso democrático explicable a través de las elecciones. De manera indicativa, para facilitar este ejercicio, vamos a separar dos grandes grupos: el gobierno y la oposición.
A nivel de gobierno, es decir la situación del MAS-IPSP, se observa en primer lugar que en relación al 2009 decrece en aproximadamente 3 puntos; pero sin embargo su poder político crece en extensión y en profundidad. Este crecimiento paradójico se explica en estos factores relacionados:
El MAS-IPSP rompe el poder de las oligarquías y de la derecha tradicionalmente enquistados en la denominada “media luna” que comprende los departamentos de Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija. En las elecciones del 2009, había logrado ya ganar en Tarija y avanzar porcentualmente en los otros departamentos que, un año antes, el 2008, propiciaron un golpe “cívico-prefectural”, enarbolando las banderas de la autonomía cuando no de la independencia. Este 2014, reflejando la nueva distribución de poder, que representa una histórica transformación, Evo Morales gana en Santa Cruz, en Pando y en Tarija y queda segundo en el Beni sin embargo con un notable crecimiento que lo coloca muy cerca del primero donde gana la UD de Samuel Doria Medina de donde es oriundo Ernesto Suárez, su candidato a Vicepresidente.
Esta expansión que le concede al MAS el triunfo en 8 de los 9 departamentos, le permite crecer en el número de Senadores y Diputados, lo que podría provocar que alcance los dos tercios en el Congreso, con lo que garantizaría que para la aprobación de medidas legislativas no requeriría acudir a alianzas, sino a encaminar a la oposición a una tarea propositiva para profundizar los cambios que propone en democracia.
El elemento de fondo que explica esta expansión, radica en el hecho que en Bolivia se ha instalado un nuevo Bloque Histórico de Poder que trastoca la tradicional estructura semicapitalista que sostenía a las élites de la agroindustria, de la minería, de la ganadería, de un empresariado rentista de Estados prebendalistas y de una burocracia y ejército funcionales a sus intereses. El punto de bifurcación es la Constitución del Estado Plurinacional que establece un nuevo Bloque de Poder constituido por una coalición popular conformada por organizaciones sociales y una nueva intelectualidad; en torno a ellos un nuevo ejército y policía, y un empresariado con responsabilidad social y ambiental, diseñan una nueva correlación de fuerzas.
El Estado Plurinacional obedece a un cambio de paradigma con la vigencia del Suma Qamaña (Vivir Bien), que privilegia la vida en comunidad mediante el retorno al camino de la armonía y un sistema estatista-comunitarista que encamina importantes nacionalizaciones, así como políticas soberanas e integracionistas. El desarrollo de un Estado en transición visibiliza un cambio simbólico basado en la inclusión de una bolivianidad diversa, descentralizada y descolonizada; además de un cambio constitucional basado en la vigencia de los derechos humanos y de la naturaleza promoviendo la participación social.
Por el lado de la oposición, se destacan las siguientes tendencias:
La derecha decrece también unos puntos que la consagran en un promedio del 33% del electorado sin preferencias regionales claras. Es una derecha que tiene un corrimiento de la extrema al centro. Si recordamos las anteriores elecciones, el porcentaje entre uno y otro era proporcionalmente diferente al actual. Samuel Doria Medina oscilaba entre un 5 y un 7% de la preferencia y Tuto Quiroga y Manfred Reyes Villa entre un 28 y 26%. Ahora el PDC de Jorge Quiroga desciende al 9% y la UD de Doria Medina sube al 24%.
¿Qué explica este corrimiento? En gran medida, que los programas de gobierno de la oposición giraron en torno al del MAS, sin lograr plantear nada por fuera de la necesidad de la profundización, de la celeridad, de la eficiencia o de la mayor amplitud de las políticas de gobierno. Doria Medina supo explotar bien en su espacio esta posición intermedia, pero no logró dejar de ser oscilante cuando en el fragor de la campaña se sumó a los globos de ensayo que lanzaba don Jorge Quiroga, develando más una aspiración de restauración conservadora que de programa de gobierno. Un pasaje de coincidencias se produce cuando Doria Medina, replicando a Quiroga, propone devolverle a las empresas multinacionales hasta el 50% de regalías, siendo que la nacionalización propiciada por Evo Morales las dejó en un 20% de un anterior 80%. Acaso este planteamiento sea el único que señalaba atisbos de un nuevo orden social, o de una transformación estructural del sistema estatal y que podía haber definido una oposición con proyectos comunes a una derecha que en Bolivia ha sido minimizada.
Samuel Doria Medina sube 18 puntos en relación a su anterior votación. Para su propia historia partidista es un porcentaje importante porque como ya lo dijimos, cataliza los votos que antes los detentaba la extrema derecha. Con esta votación logra colocarse en una situación expectante para nuevos procesos electorales regionales y municipales, que sin duda será el ámbito en el que la oposición intente reconstruirse. Para su incidencia en la profundización de las políticas estatales, o un pretendido rol fiscalizador, su participación tendrá que reconvertirse de contestaría en propositiva.
Si logra superar el 3% y no se elimina del padrón electoral, el Partido Verde liderado por Fernando Vargas, podría encaminar las aspiraciones de la opción ecologista que en sus extremos no encuentra asidero en las políticas estatales. Sorprende la baja votación del MSM, que ganó holgadamente la Alcaldía de La Paz donde tiene un buen desempeño. El candidato, Juan del Granado, es un reconocido ex Alcalde y abogado que enjuició al dictador García Mesa. Acaso la frustración de esta tendencia electoral esté relacionada con el hecho que las elecciones regionales y municipales son un síntoma, pero no un indicador de las elecciones presidenciales. Los criterios de la elección ciudadana, en procesos de cambio que están encaminando otros destinos estratégicos más allá de los cotidianos, son distintos.
¿Cómo se explica el amplio triunfo del MAS-IPSP?
La explicación al contundente triunfo del MAS-IPSP hay que buscarlo más allá del proceso y más aún de una funcional campaña electoral. El resultado de las elecciones es el resultado de una evaluación de los nueve años de gestión del binomio Evo Morales Ayma y Álvaro García Linera y de las posibilidades de profundización de la revolución democrática y cultural. Esta la clara victoria desmiente las corrientes que afirman un desgaste natural de los procesos largos, cuando en realidad los desgastes son producto de los resultados y naturalmente, de los criterios cada vez más críticos y exigentes a medida que pasan los años de gestión gubernamental, en la medida que las expectativas ciudadanas van ganando también en profundidad y alcance.
Entre las razones más visibles para la victoria del MAS-IPSP están la hegemonía de un nuevo bloque de poder conformado por las organizaciones sociales; el buen manejo de la bonanza económica; el carácter social del manejo de la economía; la ampliación de la participación en las políticas públicas; y la propuesta programática de largo alcance.
Ya mencionamos que la transformación del bloque de poder cuenta con la participación militante de las mayorías ciudadanas organizadas en movimientos sociales, conformando un bloque popular que instaura un gobierno de los movimientos sociales. Ciertamente, el MAS no es un partido en sentido estricto, sino una gran coalición de una diversidad de organizaciones que se aglutinan en la Coordinadora Nacional de Movimientos Sociales para el Cambio (CONALCAM), que ejerce un sui generis sistema de cogobierno y control político-social.
Evo Morales Ayma, que proviene de estos sectores y sigue perteneciendo a ellos, con acierto desarrolla su mecanismo gubernamental bajo la consigna de “mandar obedeciendo”, que en realidad se diseña en una permanente relación de escucha con las organizaciones sociales en sus propios territorios, para definir desde allá políticas sectoriales y nacionales.
La adecuada gestión de la bonanza económica se basa en la nacionalización de los recursos, la redistribución del ingreso con creciente participación del Estado en la economía y un marco institucional que favorece la remuneración al trabajo articulados a la recuperación de la capacidad para decidir soberanamente políticas públicas en un marco de estabilidad política.
En la gestión del MAS se alcanzan significativos logros económicos. Para muchos analistas esto es producto de las características del mercado internacional y los altos precios para las materias primas. Esto es en parte cierto, digamos como contexto favorable, porque la clave para el crecimiento económico se encuentra en las características de las políticas internas, particularmente la nacionalización de los hidrocarburos. Hasta el año 2005 el reparto de la renta gasífera y petrolera dejaba en manos de las transnacionales el 82 % de lo producido mientras que el Estado captaba apenas el 18 % restante, con Evo Morales esa relación se invierte y posibilita de este modo que el PIB pase de 9.525 millones de dólares en 2005 a 30.381 en 2013, o que el PIB per Cápita salte de 1.010 a 2.757 dólares entre esos mismos años. En el período de los gobiernos neoliberales las cuentas fiscales estaban sometidas a un déficit crónico en tanto el superávit para el 2013 es de 14.430 millones de dólares en reservas internacionales; este mismo año se constata un incremento del gasto fiscal en 26% y una disminución significativa del discrecional gasto corriente; en tanto se mantiene la inflación en un dígito (6,11)
Con estas medidas y logros Bolivia se genera no solamente un crecimiento con complementariedad, sino que también se construye un colchón que le permitirá afrontar nuevos y mayores desafíos que no dependan solamente de los precios favorables de las materias primas, porque el manejo del mercado internacional tiende a empujar a la reprimarización de la economía, en tanto Bolivia, a contracorriente, se ha propuesto cambiar la matriz productiva impulsando procesos de industrialización y sustitución con desarrollo tecnológico endógeno. Acometer un desafío de esta naturaleza en Bolivia supuso desarrollar un modelo económico social comunitario y productivo que promueve la superación de la economía de mercado, así como del saqueo de los recursos naturales.
Así mismo, el modelo estatal impulsa un desarrollo equilibrado con estabilidad política y crecimiento económico basados en las nacionalizaciones y diversificación productiva, donde la recuperación de un rol protagónico del Estado en la economía marca los procedimientos para el manejo de la reactivación de la demanda interna; un incremento en los ingresos; la generación de empleos; el incentivo del ahorro y la diversificación económica potenciando áreas estratégicas como energía, producción industrial, artesanal, alimentaria, conocimiento; y la industrialización y promoción de la MIPYMES, de las empresas estatales y de las privadas, incrementando las exportaciones de productos con valor agregado que se promueven con un incentivo al desarrollo tecnológico.
Otro factor que juega a favor del favoritismo electoral por el MAS-IPSP, es el desarrollo de una economía con carácter social basada en el incremento de la inversión pública de 600 millones a 6 mil millones de dólares y de la inversión social en 500%. Esta base se complementa con la redistribución equitativa de la riqueza con resultados en la reducción de la pobreza desde un 38% en el 2005 hasta un 20% el 2014; así como la reducción de la desigualdad que el año 2005 estaba en 128 veces entre el sector más rico y el más pobre, bajando 46 veces en el 2014. Por otra parte, el desempleo urbano se reduce del 8 al 3%; el salario básico sube de 63 á 169 dólares mensuales; Bolivia es declarada país libre de analfabetismo en el 2008; la ampliación de servicios básicos y de salud es significativa y el ingreso per cápita anual sube de 1735 a 2800 dólares.
En relación a la ampliación de la participación, ésta es en realidad una condición para la autotransformación nacional en democracia, puesto que ésta debe perfeccionar procesualmente su representación desde la complejidad institucional y comunitaria de las diversidades regionales e indígenas, propugnando la unidad nacional y la construcción de una ciudadanía intercultural. En este camino, el MAS-IPSP debe progresivamente construir alianzas cada vez más amplias. Entre éstas, se debe destacar el acercamiento al empresariado nacional y a actores importantes de la dirigencia regional ampliando su círculo de adhesiones políticas. En definitiva, para las elecciones del 2014 el MAS-IPSP es un esquema que se presenta abierto a la confluencia de electores más heterogéneos y diversos territorial e ideológicamente.
Finalmente, otra razón que explica la contundente y amplia victoria del MAS-IPSP, es su proyección programática y estratégica con una propuesta al 2025 (año del Bicentenario de la Independencia), superando de lejos –a diferencia de los otros partidos- el cumplimiento de un programa electoral para el 2014.
En efecto, la estrategia programática del MAS responde al dinamismo histórico del proceso de cambio que sigue una línea incremental en los alcances, densidad y profundidad de sus propuestas. Sólo de modo indicativo, señalemos entre otras metas al 2025: la reducción de la extrema pobreza al 2% y de la pobreza al 15%; la industrialización de los recursos naturales superando el extractivismo en gas, minerales, litio y alimentos; la universalización de los servicios básicos y de infraestructura; la concreción de una economía del conocimiento, la ciencia y la tecnología; la profundización de la agenda del Vivir Bien o de desarrollo armónico con respeto a la Madre Tierra; la conversión de Bolivia como potencia continental energética; y la consolidación de la integración continental en función del Vivir Bien de los pueblos y la paz continental.
De aquí para adelante
Un nuevo contexto internacional atenta contra la prosperidad y nuevas fuerzas regresivas aspiran a una restauración conservadora de las fuerzas del capitalismo. La economía mundial quisiera eternizar nuestro continente en procesos de reprimarización de la economía. Los precios de los minerales están de bajada, así como los del gas y el petróleo. Y Obama anuncia un plan para promover la formación de nuevas organizaciones.
Se trata de un contexto en el que el gobierno del MAS-IPSP tiene que seguir profundizando el proceso de cambio, haciéndolo sostenible, pero atendiendo al mismo tiempo las demandas que empezarán a surgir de los sectores más afectados por el nuevo entorno económico mundial. Bolivia está en mejores condiciones para afrontar estos contextos adversos. Hasta ahora, el proceso de cambio se evalúa comparativamente en relación al pasado neoliberal. A partir de ahora tendrá que aprender a mirarse más en sus propias metas, con resultados en un contexto que requiere como condiciones para su profundización mayor celeridad y la ampliación de la unidad y de la participación nacional, con la misma energía que el fortalecimiento de los esquemas de integración continental. Bolivia está en camino.
- Adalid Contreras Baspineiro es Sociólogo y comunicólogo boliviano.
Ex Secretario General de la CAN.
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