jueves, 11 de diciembre de 2014

El PRD y sus bodas de plata



Héctor Tenorio
   
La renuncia con carácter irrevocable de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano al Partido de la Revolución Democrática (PRD), en sus propias palabras, fue un acto de congruencia con sus principios. La dimisión llegó en el peor momento de la historia de los perredistas, quienes levantan la cosecha de sus primeros 25 años: divisiones entre sus distintas corrientes, rencores y nepotismo por encima de un proyecto ideológico, una marcada incoherencia al impulsar alianzas con Acción Nacional (PAN) y el Revolucionario Institucional (PRI), pérdida de credibilidad frente a las demandas de una sociedad que no supo representar. Sin duda la cereza del pastel es haber cobijado a narcos políticos como José Luis Abarca, ex presidente municipal de Iguala quien fue solapado por el ex gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero.

    En este contexto, la salida del ex candidato presidencial puso los ánimos a todo lo que dan al interior del PRD. La senadora de la República Dolores Padierna esposa de René Bejarano, calificó lo sucedido como un duro golpe para la izquierda. En su opinión el culpable de todo es el actual presidente perredista, Carlos Navarrete, quien se negó a renunciar. Desde hace algunos días los bejaranistas han propuesto “un frente antiChuchos”, que en estas semanas cobrará fuerza.
    Otro perredista que lo lamenta es el presidente del Senado de la República, Miguel Barbosa, quien aseguró que el PRD se quedó sin su mayor baluarte, por lo que terminará perdiendo la identidad. Califica a la dirigencia de insensible por no haber atendido los señalamientos de Cárdenas. Adelantó que demandará que se convoque a un Congreso Nacional para buscar una salida a esta crisis, el senador avizora que la crisis interna se profundizará. Sin embargo, advirtió que no renunciará. Mientras tanto, en una posición más moderada, Ifigenia Martínez llamó a no perder la cabeza; y aunque apoya al ingeniero Cárdenas, se quedará en las filas perredistas.
     En este sentido no sorprende la respuesta del presidente nacional del PRD, Carlos Navarrete, quien dice lamentar la decisión del fundador del partido del Sol Azteca. Desde su visión, con este hecho se cierra una etapa del perredismo. Ahora se atoja más complejo el hecho de que pueda sacar adelante el encargo de encabezar al perredismo, actualmente en plena decadencia. Su mayor problema radica en que no sabe hacía dónde dirigir la nave, que al parecer no llegará a buen puerto.
     Apenas unas horas antes, se había dado un encuentro entre Cárdenas y Navarrete que resultó desigual y no trajo ningún acuerdo. Durante el diálogo público el ex candidato presidencial se mostró inconforme con el hecho de que el PRD no tenga una posición definida en la crisis que vive el país. El michoacano presionó para que se dé un pronunciamiento sobre los 11 detenidos el 20 de noviembre pasado. Del mismo modo reprobó que en Sonora se plantee una posible alianza con el PAN y no se pida la liberación de los presos políticos en dicha entidad. Más claro ni el agua.
     Al verse atrapado en este tema, el dirigente nacional se vio forzado a darle la razón al michoacano. Vale pena recordar que Navarrete, desde que está al frente del perredismo (5 de octubre pasado), ha apostado por el inmovilismo en el caso de los 43 normalistas desaparecidos desde el 26 y 27 de septiembre.
     La gota que derramó el vaso, y que terminó haciendo dimitir al ex candidato presidencial, fue que no se tocaron temas importantes en el encuentro; ni siquiera se abordó la renuncia de la dirigencia nacional. Tampoco se vio conforme al senador Alejandro Encinas, quien esperaba de la dirección partidista una respuesta más puntual y concreta a planteamientos específicos para cambiar las cosas. Sin duda quería que se esclarecieran los hechos de Iguala, pero nada de eso pasó. Ante esto, Encinas y otros perredistas analizan su permanencia en el PRD.
     La renuncia de Cárdenas Solórzano, en teoría, debería servir como un sacudimiento: un cambio en las prácticas internas del PRD que puedan ayudarlo a recuperar presencia y credibilidad. De ese tamaño es el reto. “¿Entenderán Los Chuchos”? O simplemente se sentarán a ver cómo se desmorona el partido de izquierda más importante en los últimos 25 años...

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