Silvia Ribeiro
ALAI AMLATINA, 13/0
1/2015.- A
principios de 2014, un reporte de Oxfam resumió gráficamente la desigualdad que
impera en el mundo: 85 individuos concentran más riqueza que los 3500 millones
de habitantes más pobres en el planeta, mitad de la población mundial. El
informe, llamado “Gobernar para las élites: secuestro económico y desigualdad
económica”, indicaba desde el título que la situación se mantiene porque las
políticas gubernamentales se hacen para favorecer a los más ricos. Lo cual no
sorprende, en la vasta mayoría de los casos los gobiernos y legisladores llegan
a sus cargos apoyados en las “contribuciones”, por decir lo menos, de esas
élites de poder económico. En un año, los 85 más ricos aumentaron su
fortuna en 14 por ciento, que se tradujo, en conjunto, en ganancias por 668
millones de dólares diarios, o casi medio millón de dólares por minuto.
En octubre 2014, el
banco Credit Suisse publicó un informe sobre la riqueza mundial, en el que
resaltaba la preocupación por los niveles de desigualdad que siguen creciendo,
lo cual considera un factor de riesgo. La riqueza mundial pasó de 117,000
billones en el año 2000 a 262,000 billones de dólares en 2014.
El
1 por ciento más rico de la población mundial tiene actualmente casi la mitad
de la riqueza global (48.5 por ciento). Al mismo tiempo, el 50 por ciento
de la población más pobre tiene menos del 1 por ciento de los ingresos y de
ellos, el 90 por ciento vive en países del Sur. Si estas cifras son
difíciles de digerir, casi lo es más saber que el 70 por ciento de la población
mundial, tiene en conjunto ¡menos del 3 por ciento de los ingresos!
La
región con mayor índice de desigualdad en el mundo es América Latina y el
Caribe, pese a que en los últimos años, algunos países, como Uruguay y
Venezuela, han contribuido a bajar el promedio continental. México y Chile son
los países con mayor desigualdad de todos los miembros de la OCDE, e integran
los 10 más desiguales de la región, junto a Honduras, Brasil y Colombia, entre
otros. En el último año el número de mil-millonarios en la región aumentó 38
por ciento.
La
desigualdad global creció particularmente en las últimas tres décadas, pero la
brecha se hizo mayor a partir de las crisis de 2007-2008. Según Credit Suisse,
los países donde aumentó más la desigualdad son China e India, donde ahora se
encuentran algunas de las mayores fortunas y corporaciones del planeta. Estados
Unidos sigue siendo el país que, con distancia, concentra la mayor parte de los
ingresos. Allí radica el 49 por ciento de los individuos llamados ultra-ricos,
con una fortuna mayor a los 50 millones de dólares.
Esos
no son los que sufrieron con la crisis financiera que ellos mismos provocaron.
Por el contrario, el 1 por ciento más rico de Estados Unidos capturó el 95 por
ciento del crecimiento y ganancias posteriores a 2009, mientras el 90 por
ciento de la población se hizo más pobre. Y esto sin tener en cuenta las sumas
ingentes de dinero público que se gastaron para “rescatar” a instituciones
financieras en crisis, de las cuales esos mismos ricos son propietarios total o
parcialmente.
A estos análisis, es necesario superponerle la enorme concentración corporativa que tomó vuelo en la década de 1990, en la que las fusiones y adquisiciones empresariales crecieron 757 por ciento y siguieron en ritmo ascendente, aunque más lento, hasta el 2007. Con las crisis financieras, económicas y alimentarias de 2007-2008, bajó el porcentaje de fusiones y adquisiciones, pero la concentración empresarial ya establecida nunca volvió a bajar del nivel alcanzado en el 2000, e incluso subió en algunos años del siglo XXI. Según el estudio publicado en 2011 The network of Global Corporate Control (La red de control corporativo global) de los investigadores Vitali, Glattfelder y Battiston, 1328 corporaciones trasnacionales tienen el 60 por ciento de los ingresos globales y están interconectadas entre sí, por 2 o más relaciones mutuas, con un promedio de 20 interconexiones. En esta telaraña de relaciones que tienen atrapado al mundo, el estudio identificó una “super-entidad” corporativa, como una araña en la red, integrada por 147 corporaciones que detentan el 40 por ciento de los ingresos de todas las transnacionales y que tienen un enorme poder de decisión sobre toda la red corporativa mundial. Tres cuartas partes de éstas son instituciones financieras, que a su vez están estrechamente ligadas con las mayores transnacionales de sectores claves de la economía, como energía, petroquímica y química, comunicaciones, construcción, minería, alimentación y agricultura, etc.
A estos análisis, es necesario superponerle la enorme concentración corporativa que tomó vuelo en la década de 1990, en la que las fusiones y adquisiciones empresariales crecieron 757 por ciento y siguieron en ritmo ascendente, aunque más lento, hasta el 2007. Con las crisis financieras, económicas y alimentarias de 2007-2008, bajó el porcentaje de fusiones y adquisiciones, pero la concentración empresarial ya establecida nunca volvió a bajar del nivel alcanzado en el 2000, e incluso subió en algunos años del siglo XXI. Según el estudio publicado en 2011 The network of Global Corporate Control (La red de control corporativo global) de los investigadores Vitali, Glattfelder y Battiston, 1328 corporaciones trasnacionales tienen el 60 por ciento de los ingresos globales y están interconectadas entre sí, por 2 o más relaciones mutuas, con un promedio de 20 interconexiones. En esta telaraña de relaciones que tienen atrapado al mundo, el estudio identificó una “super-entidad” corporativa, como una araña en la red, integrada por 147 corporaciones que detentan el 40 por ciento de los ingresos de todas las transnacionales y que tienen un enorme poder de decisión sobre toda la red corporativa mundial. Tres cuartas partes de éstas son instituciones financieras, que a su vez están estrechamente ligadas con las mayores transnacionales de sectores claves de la economía, como energía, petroquímica y química, comunicaciones, construcción, minería, alimentación y agricultura, etc.
Son los intereses
de lucro de esta extraordinariamente ínfima minoría de ricos, los que modelan
regulaciones nacionales e internacionales para mantener sus privilegios, las
que empujan los modelos industriales de producción y consumo masivos, y los
responsables de la devastación social, ambiental y las crisis
planetarias. Apenas un ejemplo: sólo 90 empresas, la mayoría privadas, de
petróleo, carbón, gas y cemento son responsables de dos terceras partes de las
emisiones de gases que han provocado el cambio climático.
Hay muchos factores
que se imponen para mantener la desigualdad, incluyendo un amplio aparato
bélico y represivo, en general pagado con fondos públicos. Pero también hay
muchos y diversos focos de resistencia y construcción colectiva desde abajo,
sin duda lo que sigue haciendo el mundo habitable y en definitiva las únicas
alternativas reales a estas nuevas formas de esclavitud global.
- Silvia Ribeiro es Directora para América Latina del Grupo ETC - www.etcgroup.org
- Silvia Ribeiro es Directora para América Latina del Grupo ETC - www.etcgroup.org
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